En los años de mayor actividad de ETA había gente que identificaba a cualquier vasco con un etarra. Esa línea de pensamiento (o de enajenación) conduce a Israel a arrojar su furia sobre niños, ancianos y civiles desarmados. Vivimos una época en que las obviedades implican demasiado a menudo avisar primero y argumentar después. Procedamos. Parece llegado el momento en que cualquier ciudadano informado y neutral se haya percatado de que la respuesta a un ataque terrorista (tan execrable y violento como puedan describir las palabras) no puede ni debe ser el bombardeo indiscriminado de un territorio donde la población civil se apiña sin lugar seguro donde refugiarse. Parece llegado el momento en que condenar aquella insensata barbarie y esta bárbara insensatez no sea considerado incompatible ni partidista.
Cuando se sepa quién arrojó un mortífero proyectil sobre un hospital de
Gaza y la dimensión de esa masacre, esa información no cambiará mucho la
situación: existe un grupo terrorista tan condenable como otros o más y existe
un Estado que desprecia el Derecho Internacional, las resoluciones de la ONU y
los llamamientos a la cordura y la humanidad para encerrar, oprimir y, ahora,
bombardear a dos millones de personas. Si no fuera por las connotaciones que
tiene para el pueblo hebreo se diría que han convertido esos 300 km2 cuadrados
(algo más que el municipio de Ponferrada) en un inmenso campo de concentración. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/antisemitismo-obviedades_145721_102.html?fbclid=IwAR3G4CiDIEmFCmjpqLPkpYsw2hiQFsh3NVvlrgLwlftUMoNc8VYf1kkxHO0
(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 22/10/2023)
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