domingo, 17 de diciembre de 2023

Breve guía de las Navidades. Hoy: adornos

 


El belén o conjunto de figurillas de (alguna) época alrededor de una maqueta más o menos de (¿la misma?) época es empeño principal de estas señaladísimas fechas. Existen varios tipos, a saber: A: sintético, con bebé, madre, padre (putativo), estrella y algo de broza; variantes con o sin fauna. B: familiar de bien, aparatoso y con muchedumbre de muñequitos en noble material cuya adquisición se remonta a Adán y Eva, antecesores del clan. C: el mismo pero con deserciones suplidas con imaginación y un punto de cachondeo (jirafa en lugar de dromedario, etc.). D: el mismo pero no sé dónde demonios habéis puesto la puñetera caja que este año no hay belén, hostia, ya. E: El artesanal, compuesto para la ocasión con papel de plata y recurso a las casas Playmobil y MADELMAN (Manuel Delgado Manufacturas) y a reyes del roscón de cuatro años anteriores -¿Quién dijo que eran tres reyes?- F: ad libitum.

En todo belén hay un actor imprescindible que no está en el belén pero él (o ella) cree que sí y aunque no figura en las Escrituras él (o ella) cree que sí. Nos referimos a “El guardián junto al belén”, que no es una novela de Salinger pero podría ser de Stephen King. Se trata del custodio de tradición, autenticidad y, sobre todo, integridad del belén doméstico, entre cancerbero y rabino que decide dónde y cómo situar cada figura, milimétricamente, sin explicación (salvo para sí mismo) ni aval, ortodoxo o apócrifo. Tal tutela no cesa una vez consumado el montaje, pues reprimirá con celo implacable cualquier anatema o herejía, léase variación en disposición de figuritas y adminículos, reconviniendo a oriente y occidente. Ay de la presencia candorosa y caótica de niños, adolescentes o cuñados, ay si se atrevieran, en un descuido, a desplazar alguna pieza, ¡ay de las desapariciones! La auténtica bronca navideña se desplegaría cual Júpiter tonante desbaratando la existencia monótona de los mortales. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/breve-guia-navidades-hoy-adornos_148753_102.html?fbclid=IwAR0FKXujRncL1D-IBTtWbIYzxTEcect6yOdX5x5pIFuvw9hvFbSp4ZWMdF4

      (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 17/12/2023)

 

domingo, 10 de diciembre de 2023

Carta a los Reyes

 


Queridos Reyes Magos:

Hace tiempo que no os escribo, disculpadme, pero lo de pedir se me diluyó en desengaños. Por ejemplo, y para empezar, os confesaré que con lo de reyes y magos se la dais a otro. En ningún sitio de las Escrituras se os menciona como lo primero (invento medieval para justificar tanta testa coronada) y lo segundo será porque lo de astrólogos persas a ver cómo se lo explicas a la chavalada. Quien más quien menos se encubre tras apodos y caretas más o menos artificiales para hacerse el importante o el interesante, eso lo disculpo. Tampoco os echo en cara los incumplimientos: contra el vicio de pedir, etc. No siendo mágicos, no se puede exigir magia. Lo que no os paso es el motivo por el que escribo con urgencias de damnificado; entiendo que se trata de vuestro negociado y algo podréis hacer. Basta ya. Acotad la Navidad por el bien de los humanos, el niño, la madre, el padre y la parentela; la estrella de Belén, los camellos, los pastorcillos y toda la peña. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/carta-reyes_148371_102.html?fbclid=IwAR1CM32lviZa4DkHHSabgDzSlrGM_7Ddl5o-SJKsWCIue-fo3S_pf5ofeBs

      (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 10/12/2023)

 

domingo, 3 de diciembre de 2023

Sendero de chalecos amarillos

 


Ha pasado media hora y el tren sigue bufando sin moverse de la estación; los pasajeros sentaditos, cuchicheando. Todo hace sospechar: las luces interiores se apagan de cuando en cuando, el motor intenta arrancar sin éxito y el revisor recorre el pasillo de lado a lado con cara de circunstancias hablando por el móvil o simulando que lo hace para no atender los requerimientos que le acechan. La pasajera que tengo al lado comenta: “esto huele mal; otra de Renfe”. Nuestros temores se confirman: un señor contrito sale de la sala del conductor (ocupamos el vagón de cabeza) y anuncia sumarísimo la avería: que subamos de nuevo a la estación y allí “nos dirán algo”. Desbarajuste de maletas, zarandeo de abrigos, un bebé que llora, un perro que ladra, un señor que blasfema, unas chicas que ríen nerviosas.

Chamartín está en obras y apenas hay sitio para nosotros porque el tren iba repleto. Nos estabulan en la zona restringida tras el control de equipajes, donde no se puede comprar nada para comer, sentarse o siquiera orinar. En el panel de anuncios, que miramos fijamente con ansia, como si hacerlo provocase el milagro, a nuestro tren acompaña un mensaje: “oportunamente se anunciará”. La oportunidad es ya, pero no. Al mismo tiempo, muchos recibimos un correo electrónico de Renfe que leemos con ansiedad: informa -ahora- de que nuestro tren está averiado. Miramos al cielo y, de nuevo, al panel. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/sendero-chalecos-amarillos_148032_102.html?fbclid=IwAR32dnCumEmm6yiieN0XIL3ktYkX0vu8PHPFOZBITL33tbPV8PYx-k437ww

      (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 03/12/2023)