lunes, 31 de octubre de 2022

Puré de patata

 


Eróstrato tenía razón, solo hay algo que rivaliza con  crear: destruir. Prendió fuego al gran templo de Artemisa en Éfeso, maravilla del mundo antiguo, con el propósito de asegurarse fama póstuma y lo consiguió, pese a que se prohibiera la difusión de su nombre bajo pena de muerte. Aunque frecuentes, las damnationes memoriae no suelen funcionar y nos deleitamos más en recordar a los bárbaros que a los civilizados. En varios idiomas erostratismo significa la búsqueda de celebridad por medios delictivos y, si apuran, dañando algo de cuya fama se pretende obtener la propia por parasitismo. Una obra de arte, por poner el caso concreto, un cuadro célebre al que se ofende: esa es la noticia, pero no es nueva.

Ciertos activistas contra el cambio climático están poniendo de moda ese procedimiento como forma de protesta utilizando la notoriedad del objeto agredido en favor de la visibilidad de su causa. Como si su causa no fuera visible. Como si los gobiernos fueran a cambiar de tercio por un cuadro más o menos. La organización británica que está detrás (no citaremos nombres) ha llevado a cabo otras acciones aparte de enfangar pinturas; parones de tráfico o partidos de fútbol, tentativas en carreras de Fórmula Uno o el parlamento de Westminster y alguna cómica pegada de manos a los marcos de cuadros de algún museo. Ellos mismos han declarado que, sabedores de su acidez, eligieron salsa de tomate para una obra protegida con cristal mientras que el puré de patata podía arrojarse sin problemas sobre un lienzo barnizado. Una consideración que suponemos será tenida en cuenta en su destino judicial. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/pure-de-patata-1

 (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 30/10/2022)

 

lunes, 24 de octubre de 2022

Chiquilicuatres

 


Todo empezó con el Chikilicuatre. Entre burlas y sátiras hacia una manera nueva y no por ello mejor de escoger representante para un festival musical que por entonces recuperaba fuelle sin perder caspa (proceso curioso que ha abundado mucho desde entonces), un programa televisivo de otra cadena propuso un candidato de coña. Era un tipo bizarro, con acento argentino, tupé de matrona antigua, guitarrita de juguete (con nombre, Luciana) y unas acompañantes entre birmetes y muñecotas. La cancioncilla y el baile asociado eran pegadizas y guasonas pero pocos creían que fuese a salir elegido, sobre todo en la cadena estatal organizadora. Lo fue. Y hasta desempeñó digno papel, no mal clasificado, lo que ubicó al festival en su justa dimensión y a Rodolfo Chikilicuatre en un lugar donde su parodia se convertía en normalidad, licuando su acidez en un PH neutro.

Desde entonces, Trump. Un tipo con una esterilla pajiza pegada al cráneo, una modelo que parece detestarle asida al brazo de mala gana y una verborrea soez y embustera que si no hace gracia a nadie al menos parece tomar por bálsamo un montón de votantes con ganas de escarnecer el sistema. Llámenlo Eurovisión o Estados Unidos. El sistema se amolda, por supuesto. El tipo acabó por asaltar el Capitolio (lo hicieron sus secuaces disfrazados de chiquilicuatres étnicos) como si el festival debiera declararlo ganador a toda costa. Los chiquilicuatres que no se retiran a tiempo acaban por creerse cantantes. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/chiquilicuatres

 (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 23/10/2022)

lunes, 17 de octubre de 2022

Irreparabile tempus

 


Hace unos años, durante una clase que compartí con adolescentes y jóvenes, se planteó escoger la época preferida de cada cual. Para mi sorpresa, ganaron los años ochenta del pasado siglo. Y ni siquiera cabía justificarlo con el argumento de que todos preferimos épocas en las que nos encarnamos en personajes privilegiados: ¡les daba igual! Me dieron ganas de decirles que los viví y no habían sido el nirvana molón que suponían, pero me mordí la lengua; tampoco hay que dárselas de veterano si se puede evitar.

El tiempo se apretuja tanto y los revivalismos están tan a mano de la industria de la moda que a veces uno tiene la impresión de haberse convertido en afónico testigo de épocas antediluvianas. Una reliquia a la que no se le permite chafar la repulida imagen de un pasado prêt-à-porter; el  eslabón perdido de cualesquiera años ochenta, de acontecimientos que ahora parecen imposibles, o peor aún, inverosímiles y fantasiosos. ¿Cómo creer que sucedió aquello tal y como se recuerda? Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/irreparabile-tempus

 (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 16/10/2022)