lunes, 6 de septiembre de 2021

Agostamiento

 


Llevo semanas de veraneo en el pueblo pero por primera vez paso por la plaza del caño, tan próxima, y allí está, una esquela, pegada al tablón de anuncios: Beatriz. Al día siguiente es el funeral…

Aprieta el sol de mediodía y algunos nos refugiamos en la sombra mezquina de árboles aún jóvenes mientras otros entran en la iglesia que se abarrota enseguida, de tan pequeña. Los de fuera charlamos en corrillos: era longeva, no sufrió, lo firmaríamos, todo hecho, ley de vida, el pasado abril le tocó a Etelvina… se invocan los tópicos como un exorcismo y después se pasa al recuento de enfermedades propias y ajenas, cerciorándonos de que aún afrontamos la maldición. Sale el cortejo y caminamos al cementerio, a pocos metros, con la cabeza gacha y el ánimo de circunstancias. En el pequeño cercado, los murmullos y el comedimiento concilian mal con el trajín albañil de los operarios de la funeraria. En todo entierro hay quien arroja el puñado de tierra y quien ha de aferrar una pala. Al final, algunos se acercan al viudo (viudo, suena extraño…) que de tan afligido no parece reconocer a nadie. Como si hubiera descubierto de pronto que ha comenzado a morirse también él. Los recuerdos sepultan el regreso a casa. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/agostamiento

  (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 05/09/2021)

No hay comentarios:

Publicar un comentario