domingo, 26 de septiembre de 2021

El cuento de Caperucita

 


Los ismos suelen ser antipáticos, pero algunos resultan imprescindibles. El feminismo, por ejemplo, resulta tan inexcusable que merecería otro sufijo, uno que no lo pusiese al nivel de doctrinas o escuelas. Porque lo contrario de feminista no es machista o cualquier otra actitud indigna e indignante; lo contrario es peor que racista, es partidario de una forma de racismo que discrimina a más de la mitad de la población. Tal como está la cosa ahí fuera, también está empezando a ser difícil hallar un antónimo para ecologista. ¿Vándalo? ¿Estúpido?

Así, el lobo. Abstengámonos por esta vez de sentimentalismos y argumentos éticos del tipo el lobo estaba antes, no debemos matar un animal salvaje y demás, aunque sean muy dignos. Vayamos al otro meollo. Si ganaderos u otros empresarios resultan perjudicados por las acciones del lobo, como por otro bien natural protegido, la administración, que dispone de recursos destinados a paliar perjuicios causados por decisiones legales de interés general, deberá intervenir con diligencia y equidad. Sonroja que políticos cuyo mandato es precisamente ese se dediquen a tomarla con los ecologistas (que si “comer carne de lobo”, que si “infamias”), tal que Suárez-Quiñones y, ahora, el vicepresidente de la Diputación, hablando quizás en nombre de intereses de parte de su electorado. Sorprende también que ecologistas y agricultores no estén más de acuerdo a menudo, pues les guían los mismos intereses y, con demasiada frecuencia, el fracaso de las tesis de aquellos resulta en quebrantos a largo plazo de estos. Plazo cada vez menos largo. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/el-cuento-de-caperucita

  (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 26/09/2021)

 

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