domingo, 2 de noviembre de 2025

Postrimerías (1): posteridad

 


Morirse ofrece notables garantías de reconocimiento. En un futuro más o menos temprano alguien se fijará en lo buena persona que eras, aunque ahora no le interese lo buena (o mala) persona que eres. Puede que haya reparado en ello, pero le importa una higa. Cuando no puedes replicar o cagarla la gente te aprecia un montón. Y más: una posteridad como es debido adquiere forma broncínea, letras de mármol o aniversarios de pompa y perorata. Pero así en el cielo como en la tierra al difunto le importará la citada higa; el negocio está en otra parte.

Cervantes, caso ejemplar, entrevió o, al menos, jugó con la intuición de su enorme fama póstuma, cuando don Quijote se ufana de los miles de ejemplares que circulan de sus aventuras y las lenguas a que será vertido. Sin embargo, el éxito no sacó al escritor de la miseria que sorprendía a aquella comitiva del embajador francés durante la visita a su casa, situación justificada miserablemente con argumento tópico: “si necesidad le ha de obligar a escribir, plega a Dios que nunca tenga abundancia, para que con sus obras, siendo él pobre, haga rico a todo el mundo” (citado en la Aprobación de Márquez Torres, Segunda parte). Hoy día, como en muchos otros lugares, frente a la universidad vallisoletana se alza una gallarda efigie bien emperifollada que nombra al Manco “vecino de honor” cuando lo fuera de su cárcel y de un arrabal indigente y deshonroso. De ahí a las ventas y recuerdos manchegos y universales solo hay siglos de mercadería hortera y cansinos ditirambos. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/postrimerias-1-posteridad_185215_102.html?fbclid=IwY2xjawN1PPtleHRuA2FlbQIxMABicmlkETBYcHRrVjl4bEU1VjlIWHJHAR7IJvX02eqRCjZj9xcSU6LOvQSZgqS0xbbT1VV1rVIRAkdERYVskCDxzcY1Lg_aem_1Q42oVihsYba-kbYA5Kz-w

            (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 02/11/25)

2 comentarios:

  1. Esta estatua estuvo en principio erigida delante de la casa donde se dice que habitó un tiempo Cervantes, en la calle Rastro. A finales del XIX, con motivo de la remodelación de la calle Miguel ïscar y entorno la trasladaron a la plaza de la Universidad. Y en efecto, fue un vecino de una zona a orillas del Esgueva, de uno de los dos Esguevas, alguien que sufrió cárcel en Valladolid acusado en falso d eun crimen, etc.

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