He aquí prueba digna del Pélida Aquiles, he aquí los despiadados molinos de viento, la hazaña definitiva de las Navidades, el descensus ad inferos sin el consejo de Virgilio o más ayuda que la propia tarjeta de crédito y una paciencia de titanio. Abandonad toda templanza. No solo exigirá físicamente, también cambiará el humor y las ganas de vivir se tornarán endebles a las puertas de este inframundo: se entrará en él deseando lo mejor para los seres queridos y se saldrá odiando a la humanidad. Sin excepciones.
Sobre el porqué han de consumarse tales sacrificios y conseguir
tan mitológicas prendas a sabiendas de su elevado importe en estas precisas fechas
-que será inmediatamente menor a la vuelta de apenas unos días, horas para los
más despistados- y sabedores también de la mayor dificultad para localizarlos,
agotadas las existencias al tiempo que se agota la propia, se han vertido
teorías como quien vierte aceite hirviendo desde una atalaya. Pocos deducen esta
transcendental convicción: el ser humano guarda en su interior un héroe de
leyenda que gusta de afrontar peligros y salir indemne contra todo pronóstico y
toda adversidad. Es nuestra forma de evocar y honrar la memoria de titanes y
dioses olímpicos a los que debemos fe y progenie los occidentales y algún
extraviado de oriente, septentrión y mediodía. O algo así. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/breve-guia-navidades-hoy-regalos_149690_102.html?fbclid=IwAR3NMF_zEkUMsOZVRMC8K6_ok2ZPVxY3LY4I20Htqk3N8ZPnglDvim90wgA
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 07/01/2024)
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