lunes, 24 de octubre de 2022

Chiquilicuatres

 


Todo empezó con el Chikilicuatre. Entre burlas y sátiras hacia una manera nueva y no por ello mejor de escoger representante para un festival musical que por entonces recuperaba fuelle sin perder caspa (proceso curioso que ha abundado mucho desde entonces), un programa televisivo de otra cadena propuso un candidato de coña. Era un tipo bizarro, con acento argentino, tupé de matrona antigua, guitarrita de juguete (con nombre, Luciana) y unas acompañantes entre birmetes y muñecotas. La cancioncilla y el baile asociado eran pegadizas y guasonas pero pocos creían que fuese a salir elegido, sobre todo en la cadena estatal organizadora. Lo fue. Y hasta desempeñó digno papel, no mal clasificado, lo que ubicó al festival en su justa dimensión y a Rodolfo Chikilicuatre en un lugar donde su parodia se convertía en normalidad, licuando su acidez en un PH neutro.

Desde entonces, Trump. Un tipo con una esterilla pajiza pegada al cráneo, una modelo que parece detestarle asida al brazo de mala gana y una verborrea soez y embustera que si no hace gracia a nadie al menos parece tomar por bálsamo un montón de votantes con ganas de escarnecer el sistema. Llámenlo Eurovisión o Estados Unidos. El sistema se amolda, por supuesto. El tipo acabó por asaltar el Capitolio (lo hicieron sus secuaces disfrazados de chiquilicuatres étnicos) como si el festival debiera declararlo ganador a toda costa. Los chiquilicuatres que no se retiran a tiempo acaban por creerse cantantes. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/chiquilicuatres

 (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 23/10/2022)

No hay comentarios:

Publicar un comentario