Israel intercepta. Israel detiene. Israel pone fin. Decenas de barcos son abordados. Ciudadanos de varios países (occidentales, no vayan a creer) son “conducidos”, “escoltados”, “llevados” contra su voluntad. Desde aguas internacionales. Si prueban a quitar Israel y poner cualquier otro país (africano o asiático en particular) inmediatamente estaríamos incluyendo palabras como piratería, secuestro, atropello o violación del derecho internacional. Si se emplearan con el sujeto Israel, acto seguido se oiría: “¡antisemitismo!”
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, es expulsado del Estados Unidos mientras Benjamín Netanyahu, habla a la Asamblea general de la ONU a pesar de estar reclamado por la Corte Penal Internacional por presuntos crímenes de guerra y de lesa humanidad. Si no se permitiera su soflama llena de mentiras y odio gritaría, como de hecho gritó: ¡antisemitismo!
El antisemitismo tiene hondas raíces y millones de muertos a sus espaldas, no se debería mencionar en vano. De los pogromos de la Antigüedad y el medievo a los campos de la muerte hitlerianos, los judíos han sufrido persecución como ningún otro pueblo. Parecería excusado recordar esto antes de cualquier otra cosa, pero ultrajan la memoria de esas víctimas quienes la utilizan para justificar la muerte de otros inocentes. El mismo tipo de inocentes, asesinados por parecidas razones (y, por cierto, también semitas). Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/antisemitismo-corsario_183488_102.html?fbclid=IwY2xjawNRn7dleHRuA2FlbQIxMABicmlkETBESUJhNW9lTVlzOW5iQzRtAR4c965zJ7SZNY4D1-wfy5kUIWV_SEg6JZoMPMA2Bop7TJtcHM8oQgr73uHN2Q_aem_nDhFdXgDYxh8MWVp6qKhWg
(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 05/10/25)

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