La canícula ofrece momentos propicios para la práctica
de nuevas y aventuradas aficiones au
plein air, bien sean físicas, bien austrohúngaras, que diría el maestro.
Plantar un huerto cuando apenas se ha olisqueado ocasionalmente algún tiesto,
escalar un monte en chanclas, practicar Skeet surfing… Seremos abrupta y
discretamente apartados de la mayoría de esas actividades gracias a climas
menos insoladores o mediante alguna lesión, acceso de gastroenteritis o mero
agotamiento de nuestras ansias de novedad, por otra parte siempre en vías de
extinción. Muchas de esas transitorias aficiones tienen que ver con el campo y
nuestro deseo de retornar a la madre tierra, rendir tributo a nuestro yo
neolítico y otros ardores relacionados con la ingesta de productos
supuestamente saludables y rurales, en general etilizados con largueza. También
por ese motivo estamos en estación oportuna para la edificación de corrales. Corrales,
apriscos, rediles y demás vallados nos permiten aliviar cosillas de esas que
nos importunan en vacaciones, gracias al acreditado método de su reclusión, sustituto
outdoor del usual barrido bajo la
alfombra.
Este verano se demanda mucho un sólido corral para
yihadistas, argumentando que son gente de pronta identificación y cura en
cuarentena, como la viruela. Se les aparta o se les tirotea (que es la forma de
corral más categórica). Pero, de paso, se piden cercados para musulmanes, que
según parece, son ciudadanos de un país muy malo y muy otro, y también se les
ha de notar mucho. Se ve que la Reconquista es otra de esas cosas que se
dejaron a medias. Qué tradicional este corral, seguro que gusta mucho en las
fiestas patronales y tomatinas... Otro corralito se demanda mucho para los
catalanes que hablan en catalán. A quién se le ocurre. Es como si estuviera
escribiendo esto… en castellano. Qué disparate. Ah, y en el corralillo de la
CUP, que pongan un rey para que se entretengan; ellos y el rey.
Otro redil vendría pintiparado para tantos como despotrican
contra una cosa y la contraria en redes y mentideros. Este corral en concreto
debería organizarse en plan granja avícola, con jaulas estancas en batería, de
esas que dan mucho ruido y mucha pestilencia a causa de la cría intensiva de
necedades redonditas y blancas, de frágil cáscara, que se van depositando en
canaletas cuya desembocadura las acopia en un mismo y atiborrado lugar, listas
para un consumo masivo.
Lo cantaba antaño el Koala y también Trump, en su éxito del
pasado otoño: “voy a hacer un corral”. Y lo cantan desde Melilla a Corea,
pasando por Palestina o por Calais…. Está de moda este verano, y tantos otros,
desde el muro helado que vigila la guardia de la noche. En fin, que ví a hacé un corrá. Uno para meterme yo
dentro. “Tengo las maeras, y tengo los tablones. La chapa, der tejao, la he
sacao d'unos bidones... tengo las maneras y tengo las intenciones…”
(Publicado el 2/9/2017 en La Nueva Crónica de Léon, en una serie
estival llamada "Extinto de verano": http://www.lanuevacronica.com/opa-yo-viace-un-corra)
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