No me han insultado en Twitter; no le dediqué tiempo suficiente. Pero me he marchado, como tantos otros estos días. Y el motivo no es tanto esa posibilidad o que quien ofrece esos canales lo haga en su beneficio, ya sea por los datos con que comercia o para entrenamiento de la IA, etc. Tampoco que pertenezca a un tipo millonario con quien no simpatizaría. Eso es común y se sobreentendía. La cuestión es que ese millonario arrogante es Elon Musk. El Musk que pretende ser más que un empresario.
Los magnates de la empresa siempre han funcionado así: no tienen patria ni credo o si los tienen, por supuesto, son el dinero. La reunión de grandes empresarios alemanes en torno a la mesa del nazismo que retrata Vuillard en “El orden del día” pone los pelos de punta porque son los mismos pelos un siglo después. Pero las reuniones de 1933 eran, como poco, discretas. Ya no sucede así. Cuando The Washington Post se abstiene de pedir el voto demócrata porque su acaudalado dueño teme represalias algo está fallando. Y más cuando el propietario de una enorme empresa mundial salta como un mono de feria en el escenario de los mitines de un neofascista que será (y fue) el próximo presidente del país más poderoso de mundo. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/you-are-fired_166204_102.html?fbclid=IwY2xjawGxAYhleHRuA2FlbQIxMAABHYKd86nQeY6XDPMikZQy3XPCcrW7fAyJCfuoj-VOa6rAGCGaiTa2vBA64A_aem_Na5IvOpFEJTs9KZh0g-k6g
(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 24/11/24)
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