Comenzó la Navidad como suele, pero ahora sabemos que los
reyes no vienen de Oriente sino que se refugian allí cuando en lugar de
regalarnos algo nos lo quitan. Por eso no deja de asombrar ese señor que todas
las Nochebuenas aparece en televisión para soltar un pregón mientras la cena
llega a la mesa o ya está en ella. Ese señor ha perdido la ascendencia que
pudiera tener (en su doble sentido) porque su puesto en la vida se debe a una
familia cuyos miembros han desertado de cuanto aparentaban personificar
precisamente en esas disertaciones y, aunque uno no es responsable de los actos
de sus progenitores, en este caso debe a sus progenitores el uso de esta
prerrogativa, la de perorar desde la tele en un urbi et orbi de cercanías. Por estos y otros motivos, el señor que asoma
todos los años en la pantalla sentado a nuestras mesas con fotos y belenes que
parecen de utilería y serán analizados como si se tratara de un jeroglífico,
más que un monarca cuya presencia debiera ser enigmática y solemne parece un
cuñado, con cháchara cuñadista y suficiencia entre meliflua y categórica. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/navidad-cunado-y-zapatos-nuevos
(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 08/01/2023)
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