lunes, 22 de marzo de 2021

La o y el canuto

 


Tendemos a ser más disyuntivos que copulativos (dejen a un lado si pueden las cuchufletas que yo también me muerdo la lengua). Los dilemas nos molan más que las alianzas: el caos o yo. El caos, por descontado, se responde de inmediato, porque tontos no somos. Susto o muerte, vencer o morir… Cuánto mejor podría decirse: el caos y yo, que al menos aquel nos pillaría acompañados. Susto y muerte, y así sabríamos de qué habría fallecido la víctima. Vencer y morir, que siempre glorifica mucho más. La i griega (o ye), aparte de letra menos solitaria en otros idiomas, es un signo complejo, consonante y vocal, humilde cuando afronta íes, con su toque de sabiduría peripatética. La o, sin embargo, recuerda al canuto con que la trazan a veces.

Hay una peli erótica -me he informado en Wikipedia, no crean- que se titula “Historia de O”, de gusto sadomasoquista. No me extraña, las oes abusan de esa actitud. Nos obligan a despreciar, apartar, amputar una parte de lo ofrecido, parte habitualmente cercana al cincuenta por ciento: demasiada renuncia. Por otro lado, la alternativa suele ocultar truco y muerte, ya por embuste ya por interés. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/la-o-y-el-canuto

         (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 21/03/2021)

 

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