domingo, 5 de julio de 2020

Conversaciones con la catedral


 
Arrecia el estío y, con él, regresan los seriales periodísticos de ligera y chispeante enjundia. Tinto de verano. Esta canícula desverbenada sin evasiva al extranjero obliga a frecuentar horizontes trillados: turismo de interior y de tripas corazón. Recorramos, oh, lector indulgente, maravillas leonesas de un mundo encogido pero no menos empachado. Siete o las que hagan falta.
- Obligado empezar por la Pulchra leonina, cofre de cristal, arquitectura de aire…
- Si sigues con los tópicos me desmenuzo. Hartita me tenéis de tanta lisonja, por la pinta de mística me creéis cursi. Señor, arruíname pronto. Y venga con la pulcritud que, aunque diz hermosura, se entiende aseo y, salvo la patena con el pañito, no acumulo sino polvo y palomina. Mucho latinajo queda de pena, que me lo digan a mí, con el que he tragado. Y lo que es leonesa… Me levantó un arquitecto francés, según patrones franceses y soy historia de la arquitectura… francesa, maqueta exportada y pelín blandengue. Los gabachos, se sabe, exportan todo menos la grandeur, que no cabe fuera de París. Me revivió un madrileño de familia célebre al que echaron los cabildeos de costumbre para que el mérito lo cobrara un cordobés menudo y asotanado, demetrio y medio de mote. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/conversaciones-con-la-catedral

(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección de verano titulada "Las siete maravillas del mundo leonés", el 05/07/2020)

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