Durante la mayor parte de su historia, los europeos habitaron
un mundo hostil y menesteroso, acosado por las enfermedades, el hambre y la
violencia. En medio de tales padecimientos y quizás para exorcizarlos, reprodujeron
sus miedos mediante terribles imágenes del infierno, repletas de tormento y crueldad;
mientras que sus esperanzas fueron a materializarse en el paisaje improbable de
un paraíso dominado por el sosiego y la armonía.
Este año se cumple el quinto centenario de la muerte de El
Bosco, pintor flamenco cuya obra más notoria se encuentra en nuestro país. En sus
delirantes tablas pueden contemplarse las muy diversas formas que tales lugares
imaginarios adoptaron a finales del medievo, sin duda basadas en experiencias históricas
reales de una sociedad acosada por el temor y la ira. En nuestros días no es
preciso que los europeos nos desplacemos a un templo o un museo para avistar
los horizontes flamígeros y tenebrosos del tártaro. Gracias a la tecnología, nos
permitimos el lujo de asomarnos a los infiernos de manera casi diaria e
instantánea, desde los salones donde nos sentimos a salvo de sus llamaradas. En
esos abismos televisados se ahogan, enferman, se angustian y suplican miles de
personas que han arribado hasta llanuras estériles y embarradas huyendo de
ejércitos inmisericordes después de un pavoroso trayecto en barcas como las de
Caronte, en marchas por caminos desconocidos y lóbregos, ancianos y niños,
mujeres y hombres; toda una nación de condenados. De allí serán arrastrados o
empujados por otros ejércitos negros hacia la siguiente estación infamante de
una maldición que quizás sea eterna, pues quizás dure lo que sus atormentadas
vidas. Exactamente como en los cuadros de El Bosco. ¿Y el paraíso? ¿Qué fue de
aquella ilusión? También lo vislumbramos por una pantalla, pero se compone de
cifras y códigos, pues los únicos paraísos que quedan son fiscales. Donde solo ingresan
quienes no se molestan por atravesar el ojo de ninguna aguja.
(Publicado en La Nueva Crónica de León el 9/4/2016)
Felicitaciones amigo por expresar con tanta claridad y profundidad lo que muchos pensamos pero no sabemos traducir en palabras estas situaciones de nuestro mundo de hoy. Un abrazo grande.
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