Con sinceridad, entre nosotros: viajar se viaja para contarlo. Para decírselo a los demás. Porque viajar, en general, es cansadísimo y molesto (y caro), pero contarlo se cuenta cómodamente en cualquier parte, en el sofá de casa o en una terraza con una birra y unos cacahuetes, por ejemplo. Si no hay nada mejor para dar rienda suelta a la memoria que una magdalena, no hay nada mejor para certificarla que un suvenir. Es menos literario y más directo y probatorio, testimonio fehaciente del viaje que será narrado con prolijos detalles y circunstancias tópicas al primer incauto. En francés es un souvenir, de souvenir, que significa, claro, algo que viene por bajo de. ¿De qué? No pregunten, es francés.
El origen de los recuerdos entendidos como objeto metonímico
se remonta a la prehistoria más antigua, sospechándose de muchos artefactos
recuperados por la disciplina arqueológica una explicación vinculada al afán
por retener tiempos anteriores y episodios pasados de la vida de sus
poseedores. Ya entonces se viajaba y, aunque no fuera por vicio seguramente, acababa
también por contarse alrededor de la ancestral hoguera. El ser humano es
pesadín por naturaleza. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/turismo-no-es-gran-invento-8-hoy-suvenires_161221_102.html?fbclid=IwY2xjawFCR45leHRuA2FlbQIxMAABHTTAeb_gq6rzEu8ALpAN8DygBrAI31sw1rhhTpHg2nb9pmAI1T53dQv3IA_aem_gcoefM_jIyEziwcJli0Jvw
(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección veraniega titulada "El turismo no es un gran invento", el 18/08/24)
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