martes, 31 de octubre de 2017

Rojo, impar y pasa: la banca gana.




La banca siempre gana. En los casinos y en el gran casino del mundo. Hace un tiempo el presidente de uno de los bancos más gordos con sede social en este país (el dinero no tiene patria ni procés), uno de sus gurús o más bien crupieres, aseguraba que van a devolver lo cobrado de más a los miles de hipotecados de este país. Reconocía así implícitamente esos abusos. Pero también decía que primero van a dilucidar si el afectado pudo entender las cláusulas abusivas de su hipoteca, dado su nivel intelectual, formación y capacidad. Luego, por tanto, si fue timado con conocimiento o sin él. O sea, pareciera que llama tontos solo a algunos, diferenciando quiénes estaban capacitados para percatarse de la jugada que ponían sobre la mesa. Aunque en puridad nos llama tontos a todos: los que no entendían porque lo eran y los que entendían porque aun así, firmaron. Ya se sabe que si no se reconoce al incauto, uno mismo lo es. La banca, esa vara de medirnos.
También yo he jugado a esa ruleta, por supuesto, y, cómo no, me ha salido tonto. Tuve una “reconfortante” cláusula suelo y los “obligados” gastos de papeleo, que ahora se declaran usura. Por ese motivo, escribí cordialmente a mi banco por si existía opción de recuperar lo mío; mera consulta no vayan a pensar, un porsiacaso. Y me contestaron, claro, con toda la diligencia y amabilidad que una carta sin firma, seguramente maquinal (de máquina) puede contener. Que había cumplido el plazo para reclamar, según tal artículo de tal ley. Ahí se hubiera acabado todo en otros tiempos: con la ley topamos. Pero gracias a Internet los que somos cabezotas encontramos y hasta leemos las leyes. Y el artículo en cuestión -oh, sorpresa- no señala plazo alguno. Lógicamente, vuelvo a escribir: que por favor me indiquen dónde buscar ese plazo. Contestan de nuevo, ya no tan amables, que “en opinión de los expertos independientes consultados por el banco” (sic literal), no pueden estimar mi solicitud. Sin más, ya no hay leyes, hay “expertos”. Como no me gusta que me tomen el pelo y todos contamos con un equipo de expertos independientes que toman cervecitas con nosotros los fines de semana, insisto una vez más para que identifiquen a tan independientes expertos y compartan los criterios y argumentos que manejan para su independiente expertización. Y recibo, al fin, una tercera contestación: que no. Que han resuelto que no tengo razón y punto. Apenas línea y media de carta, en plan déjanos en paz pesado, más que pesado. Ya no hay ni leyes ni expertos: que no. Rojo, impar y pasa.
Como no estoy para pleitos, me cambio de banco. El nuevo banco será igual que el anterior, pero al menos no me han engañado (todavía). Me cuesta lo mío, y hasta lo lamentan en el viejo, preguntando por qué... No diré de qué banco se trata, pero ahora comprendo que tenga su sede en un céntrico edificio de ladrillo rojo que era un casino. Por supuesto.
(Publicado el 29/10/2017 en La Nueva Crónica de Léon, en una serie llamada "Las razones del polizón": https://www.lanuevacronica.com/rojo-impar-y-pasa-la-banca-gana )

domingo, 22 de octubre de 2017

Presagios viejunos



 
Año del cómputo antiguo de 2117, empleado en atención a los visitantes foráneos. Programa de festejos sanfroilánicos y felipejuanescos en honor y por causa de la muy loable memoria de Hermes Trimegistro y la Madre del cordero lechal, mentores y númenes del Reino nuevo desde el decimotercer congreso de ¡Oh! cultismo “Místicos, cronísticos y sicalípticos de la margen derecha del Bernesga”, efeméride que en su pasada edición proscribió el sistema métrico con gran aplauso de público y halló testimonios precisos y preciosos sobre la planitud de la parte del planeta Tierra que ocupa el alfoz de la ciudad. “Ya se darán cuenta los demás, ya” declaró en el recordado discurso de clausura la autoridad municipal.
Durante jornadas sin morigeración, León celebrará, emancipado y gozoso como suele, su ecumenismo gastronómico con profusión de mondongo y ristras de ajo sobrantes de la consecución catorce veces consecutivas del título de Capital gastronómica y astronómica, con plétora de estrellas michelín y de las otras. Tendrá lugar en el palacio de Congresos, rebautizado León pamema, marco inmarcesible y de diseño refinado para tenderetes y tragantonas de varia condición.
Ítem más: en la plaza de San Isidoro, rebautizada como de Sir Galahad tras conocerse que tal paladín era natural de Murias de Rechivaldo, se celebra el centenario y pico (las precisiones matemáticas fueron declaradas impías) de la revelación griálica, o, en mejores palabras de nuestros próceres que a la sazón citamos con fervor: “de cómo una copa tenida por joya medieval devino en divino contenedor de vino, en épocas y égidas de la muy digna cronífera de altas y copetudas Atalayas, halladora magna, madre de copones”. Habrá certámenes de arrojamiento de lanzas sagradas hacia costado de recalcitrantes y de fregoteo de sacra vajilla, patrocinado por conocida marca de detergente.
Al atardecer, en el homenaje al superhéroe leonés Calleja del Carpio, tendrán escenario en los descampados que lindan con el demolido capitolio de la pérfida Junta los fuegos de artificio que este año consistirán, como en pasados, en la quema de farautes y gentes de mal agüero, en efigie (salvo voluntarios). Las noches serán nuevamente amenizadas por la orquesta Perspectiva, cuya recaudación se destinará en favor de los expósitos del madrileño barrio de Salamanca. Habrá juras de bandera y sorbetes de butano para los más fogosos. Talleres de espatulomancia, litomancia, postluciferismo, auspicio del vuelo de drones y exégesis de la tos ferina se impartirán gratuitamente en los carriles para bicicletas destinados a uso peatonal. Los populares carros serán engalanados, según secular tradición acuñada el pasado junio en algún barrio extramuros, con copia compulsada de las crónicas de la cábala que han demostrado la continencia de la virgen de Fátima más allá de toda duda razonable. Esto es León, bienvenidos a la sebe del misterio.
(Publicado el 22/10/2017 en La Nueva Crónica de Léon, en una serie llamada "Las razones del polizón": https://www.lanuevacronica.com/presagios-viejunos )

domingo, 15 de octubre de 2017

El país de las maravillas



 
En tiempos modernos, hemos sido un poco de todo los españoles, especialmente vistos desde fuera, con esa aura de país venturosamente maldito, capaz de lo peor y lo mejor, a medio camino entre la Leyenda Negra y el Siglo de Oro.
Durante la dictadura, la mercadotecnia del turismo landista nos concibió diferentes (Spain is different) promocionando que no éramos Europa y, en consecuencia, los europeos debían acudir a contemplar esta rara avis en su zoo ultrapirenaico. Era un aprovechamiento meditado y ramplón del pedigrí acuñado durante el romanticismo por los viajeros británicos o franceses que se quejaban del ajo, las posadas y los caminos, mientras caían fascinados por la brutalidad y exotismo de nuestro supuesto embrujo montaraz. Años después, la Transición nos hizo a su vez alegres y despreocupados como muchachos con permiso para llegar tarde a casa y obligados a ello, provistos de una jovialidad algo impostada y febril que se agotó en cuanto un par de legislaturas socialistas nos pararon los pies en el viejo (y cansado) continente. Sin embargo, a pesar de todo, seguimos creyéndonos risueños y vocingleros, dados a las beatíficas y soleadas parrandas de los anuncios de San Miguel. Nos creímos también buena gente. Solidarios, con ese punto generoso que avalan el récord en trasplantes, las participaciones militares y civiles en misiones de paz o la expansión de derechos durante el último gobierno socialista. El nuestro era un país afable y humano. Incluso en medio de la crisis económica, el buen rollo parecía la mejor arma con que combatíamos la indignación por la marea de corrupción política o los recortes en servicios públicos básicos en que chapoteamos. Aquí no había partidos ultra, ni violencia en las calles, ni congojas de culebrón. Por no haber, se echaban de menos hasta sinvergüenzas en la cárcel. Pero las faltas de respeto y la intolerancia se miraban mal. Éramos españoles, habíamos ganado un mundial y resistíamos arrogantemente un rescate que nuestro hidalgo gobierno no reconocía haber pedido: podíamos con todo.
Pero despertamos y el dinosaurio está aquí al lado. La hidra de nueve cabezas, el monstruo de la europeidad más oscura e indeseable. Resulta que sí había: fascistas con la bandera del último dictador repartiendo mamporros, nacionalismos decimonónicos y chapuceros, manifestaciones y pancartas de unos contra otros, bandos irreconciliables, personas que se miran mal a la primera frase discrepante, redes sociales inflamadas de furibundos calificativos, mala leche a granel, violencia oral y de la otra. Odio. ¡Que le coooorten la cabeza! berreamos por cualquier pulla, como reinonas de cartón pintado. Lo llaman guerracivilismo algunos azuzadores grandilocuentes, pero se trata del gañanismo faltón de siempre. España, esa nación de enajenación, el inagotable país de las maravillas.
(Publicado el 15/10/2017 en La Nueva Crónica de Léon, en una serie llamada "Las razones del polizón": https://www.lanuevacronica.com/el-pais-de-las-maravillas )


domingo, 8 de octubre de 2017

Adéu germans (y hasta pronto)



 
Ya se han ido, no hay vuelta atrás.
Poco importan ya los argumentos. Poco importa la historia, esa meretriz, y la cultura, ese alcahuete, los mapas de la Edad Media con colorines y las banderitas y peroratas sobre esto y aquello. Poco importa la Constitución y las leyes poco importan ya. El sentimiento domina, se ha consumado el proceso, que era precisamente la creciente hegemonía de una sensación: la creencia en una solución simple, sustancial, afectiva. Y, como estaba previsto, se han ido.
Quizás con otros gobiernos por ambas partes, con otra política, hace años, meses incluso, las cosas habrían sido diferentes. Habrían podido convenirse soluciones que dejasen fuera de juego la exclusión y modulasen las pasiones. Pero no ha sido así. Después de tantas advertencias y de ver a ministros y al presidente reiterando que no habría referéndum, lo hubo. Y aunque fuera una farsa, la farsa se transformó en épica desde el momento en que la policía intervino. La épica que necesitaba el independentismo, la épica que les ha hecho ganar pese a todo: la que dice adiós, España. Las fuerzas de orden público hicieron su trabajo, seguramente con pulcritud, no cabe reprocharles nada: sí a quien les envió contra ciudadanos pacíficos que votaban en un supuesto remedo. Enviarlos convirtió ese simulacro en una realidad mucho más poderosa que un referendum. Fue una despedida.
En esa cuenta que ahora debemos liquidar no ayuda la reacción de buena parte de la opinión pública y publicada. ¿De dónde ha salido tanto odio? ¿Cómo no sentirse otro en medio de tales arrojos patrióticos? En toda confrontación visceral, los “equidistantes” (qué palabra…) son víctimas de ambos bandos. Me niego a tomar partido, nada ni nadie puede obligarnos a ello, y creo que esa es la esperanza para muchos, quizás para todos. Pero constato una realidad: no hay retorno. Adiós.
Se han ido, sea más tarde o más temprano. Esta semana (el día 6 fue aniversario de la proclama de Companys) o el año próximo. Da igual, porque está hecho. Por ese motivo ahora, mejor temprano que tarde, hay que recomponer la cordura y reconocer que cabe acordar un buen final para que se convierta en un buen principio, una nueva relación, un hasta pronto. Debe hablarse de futuro. Convoquemos un pacto de familia, hablemos desde la fraternidad. Quitemos la razón a los que quieren enfrentarnos. Dejemos que alguien medie, desde Europa tal vez, ya que de este gobierno solo se espera más torpeza y el jefe del Estado se ha puesto del insuficiente y vetusto lado del “ordenamiento vigente” (no ha entendido, qué lástima…). Quizás una vez que hayamos liberado ese nudo podamos dedicarnos a los graves problemas que tenemos pendientes todos; catalanes, españoles, europeos. Estas son líneas de una despedida dolorosa. Siento que os vayáis, siempre seréis hermanos. Son días tristes; hagamos que los venideros no lo sean más.
(Publicado el 8/10/2017 en La Nueva Crónica de Léon, en una serie llamada "Las razones del polizón": https://www.lanuevacronica.com/adeu-germans-y-hasta-pronto)