La banca siempre gana. En los casinos y en el gran
casino del mundo. Hace un tiempo el presidente de uno de los bancos más gordos
con sede social en este país (el dinero no tiene patria ni procés), uno de sus gurús o más bien crupieres, aseguraba que van a
devolver lo cobrado de más a los miles de hipotecados de este país. Reconocía
así implícitamente esos abusos. Pero también decía que primero van a dilucidar
si el afectado pudo entender las cláusulas abusivas de su hipoteca, dado su
nivel intelectual, formación y capacidad. Luego, por tanto, si fue timado con
conocimiento o sin él. O sea, pareciera que llama tontos solo a algunos, diferenciando
quiénes estaban capacitados para percatarse de la jugada que ponían sobre la
mesa. Aunque en puridad nos llama tontos a todos: los que no entendían porque lo
eran y los que entendían porque aun así, firmaron. Ya se sabe que si no se
reconoce al incauto, uno mismo lo es. La banca, esa vara de medirnos.
También yo he jugado a esa ruleta, por
supuesto, y, cómo no, me ha salido tonto. Tuve una “reconfortante” cláusula
suelo y los “obligados” gastos de papeleo, que ahora se declaran usura. Por ese
motivo, escribí cordialmente a mi banco por si existía opción de recuperar lo
mío; mera consulta no vayan a pensar, un porsiacaso.
Y me contestaron, claro, con toda la diligencia y amabilidad que una carta sin
firma, seguramente maquinal (de máquina) puede contener. Que había cumplido el
plazo para reclamar, según tal artículo de tal ley. Ahí se hubiera acabado todo
en otros tiempos: con la ley topamos. Pero gracias a Internet los que somos
cabezotas encontramos y hasta leemos las leyes. Y el artículo en cuestión -oh,
sorpresa- no señala plazo alguno. Lógicamente, vuelvo a escribir: que por favor
me indiquen dónde buscar ese plazo. Contestan de nuevo, ya no tan amables, que
“en
opinión de los expertos independientes consultados por el banco” (sic literal),
no pueden estimar mi solicitud. Sin más, ya no hay leyes, hay “expertos”. Como
no me gusta que me tomen el pelo y todos contamos con un equipo de expertos
independientes que toman cervecitas con nosotros los fines de semana, insisto una
vez más para que identifiquen a tan independientes expertos y compartan los
criterios y argumentos que manejan para su independiente expertización. Y
recibo, al fin, una tercera contestación: que no. Que han resuelto que no tengo
razón y punto. Apenas línea y media de carta, en plan déjanos en paz pesado,
más que pesado. Ya no hay ni leyes ni expertos: que no. Rojo, impar y pasa.
Como no estoy para
pleitos, me cambio de banco. El nuevo banco será igual que el anterior, pero al
menos no me han engañado (todavía). Me cuesta lo mío, y hasta lo lamentan en el
viejo, preguntando por qué... No diré de qué banco se trata, pero ahora
comprendo que tenga su sede en un céntrico edificio de ladrillo rojo que era un
casino. Por supuesto.
(Publicado el 29/10/2017 en La Nueva Crónica de Léon, en una serie
llamada "Las razones del polizón": https://www.lanuevacronica.com/rojo-impar-y-pasa-la-banca-gana )