domingo, 31 de mayo de 2015

Digestión



 
El cuerpo electoral también vive. Siente, piensa, respira. Y hace la digestión. El cuerpo electoral, que no es un cuerpo como los demás, aunque funcione de manera muy parecida, se alimenta cada cuatro años (a veces menos), y cada cuatro años completa sus procesos nutritivos.
En algunas ocasiones, el cuerpo electoral se atiborra, bien porque ha pasado hambre, bien porque considera una gollería aquello que le ofrecen. Y en esos casos, se sacia a veces de manera absoluta, pantagruélica, con riesgo de empacho o de desarrollar rápida fobia hacia esos supuestos manjares que, más tarde, casi sin saborearlos, se descubren insípidos, agrios incluso. Como a todos los cuerpos, al electoral le sientan bien las frugalidades, y los equilibrios, o, dicho de otra forma, que todas sus partes estén sanas y ejercitadas, atendidas por igual, lo que requiere prestar más atención a aquellas que presentan peor condición, para equilibrar. Si no se hace esto, el cuerpo se rebela. Cualquier nutricionista lo sabe.
Como en todo cuerpo, en el electoral hay órganos destinados a limpiar sus conductos para evitar esclerosis, y combatir aquello que le es nocivo. Por esa razón, cuando algo ha logrado introducirse en él pero resulta perjudicial para sus células y organismos, el cuerpo electoral tiende a expulsarlo a la primera ocasión. Cada cuatro años. Hay quién, sin embargo, no conoce su propio cuerpo, su cuerpo electoral, pese a haber formado parte de él durante mucho tiempo, incluso todo el tiempo. Ese alguien no se da cuenta, o pretende no dársela, de que es un cuerpo saludable, acostumbrado a no gustar de platos precocinados, y mucho menos de comida en mal estado, caducada o corrompida incluso. Es cierto que, como sus digestiones son lentas, el cuerpo electoral al principio no da muchas señales de esa inapetencia o emponzoñamiento; pero luego vienen las náuseas, algún que otro mareo y los gestos de asco. Y a la mínima que puede, el cuerpo electoral hace de cuerpo... electoral.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 30/5/2015)

domingo, 24 de mayo de 2015

Elegir



 
Llegó el día, y es mañana. Se cancelan los cabreos de bar, las diatribas de salón y los panfletos de columnista, se pospone la indignación y el escarnio, la mofa y la indiferencia, se aplaza el gemebundo rodar de los días de impotencia y cólera. Mañana comienza todo, una vez más.
El tiempo circular de fenómenos naturales, ciclos y estaciones que regía la vida de las comunidades tradicionales con iterativa monotonía se recrea en las sociedades avanzadas y democráticas gracias a un ¿eterno? retorno que reconstruye sus ánimos y revitaliza energías, colma relatos, cierra balances y da comienzo a cuentas nuevas: por un momento el vértigo lineal del tiempo se pliega sobre sí mismo y se restañan voluntades y esperanzas.
Y aprovecharlo es obligado, categórico. Porque la suspicacia y el cinismo juegan con quienes se aprovechan de nuestro futuro, el apartamiento alienta despotismos que acabarán por alcanzarnos; porque pese a tanta justa ira y tanto decente desapego sigue habiendo demasiados motivos para votar. Miren a su alrededor y seguro que los encuentran. Ideas o personas, para que estén o para que no estén; una simpatía, una aversión, una convicción o una humilde simpatía. Así que vayan y voten, no se queden en casa. Voten con la cabeza, considerando quiénes les ofrecen más ilusión, más confianza, quiénes creen ustedes que están ahí para luchar por los intereses de todos, por causas nobles con actitudes y comportamientos nobles, más allá de fotos multitudinarias, falsas sonrisas, bombos y otros platillos… Y voten también con el corazón, con esa parte de razón que no puede encerrarse en palabras. Por primera vez en muchos años, hay gente muy nueva y nombres muy nuevos en esas listas. Por primera vez hay brillo en los ojos de gente joven que antes miraba hacia otro lado, en gente anciana que antes bajaba la vista, en gente que no tenía más remedio que cerrar los ojos, abochornada. Hay muchas opciones, así que empiece a quejarse el lunes; pero mañana, vote.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 23/5/2015)

sábado, 16 de mayo de 2015

Estrategias



 
Pedir el voto conduce al ridículo o al disparate. Gente que aborrece a los niños los besuquea sin pudor, se deja fotografiar con personal al que desdeña en lo más íntimo (lo notaremos en cuanto pase este rato) o realiza actividades a las que su cuerpo, su mente o ambos renunciaron hace años o para las que nunca tuvieron consideración (montar en bici a lo Verano azul, por ejemplo). Profieren simplezas y corren como pollo sin cabeza gritándonos a todos, como queriéndonos abroncar por algo que han hecho ellos. Aunque... quizás tengan razón: la culpa de que lo perpetraran debe de ser nuestra. El espectáculo es chusco y, a veces, cómico, pero sólo porque este ratito simulan estar a nuestra merced.
Y cada campaña se resume en una acción predominante, un verbo que condensa y sentencia. El candidato de Ciudadanos, por empezar por el más joven, divaga. Hace gala de su bisoñez y una alarmante logorrea proponiendo ocurrencias a destajo, a cual más grotesca, en un intento por mantener tensión en sus expectativas, no sea que se desinflen en cuanto descubramos que es Milli Vanilli. Podemos titubea. Hace equilibrios entre la versión que asusta a los de siempre y da cuartelillo a Inda (Marhuenda se da cuerda solo) y una que deja indiferentes a los que están hartos de los de siempre. En el socialismo, se avergüenzan. Sánchez se esconde de Zapatero como si quemase y Susana Díaz se esconde de Sánchez por si se quema. Demasiado caloret faller para tan poco fuego. Los peperos, por su parte, cuando bajan de la bici, mienten. Y de tanto repetir falsedades pretenden credibilidad, como si el votante tuviera la misma memoria que Dory, la pez que buscaba a Nemo. Como si hubieran gobernado otros, gente que no son ellos. Esperanza Aguirre, según dice, siempre ha estado en la oposición; y Herrera, tan espontáneo, sólo pasaba por aquí... Izquierda Unida sigue perdida en su archipiélago gulag particular y de UPyD, como de Gurb, no hay noticias. En resumen, la risa. De momento.
(Publicado en La Nueva Crónica de León el 16/5/2015)

domingo, 10 de mayo de 2015

Campaña



 
Ha empezado, se ha abierto el parque temático: el mundo es de color de rosa y existen los castillos, las princesas, los ensalmos. Pone uno el oído y se escuchan bondades y júbilo o sana y justa cólera. Un tipo con coleta y perilla que debe de ser Peter Pan, chaval entusiasta y desmemoriado, se rodea de un batallón de niños perdidos, esperando vencer a Garfio, mientras auscultan el tic-tac, tic-tac del reloj que -¡ups!- se ha tragado un cocodrilo. Por el otro extremo asoma un Bambi anaranjado, cuya madre, de nombre Rosa, acaba de sucumbir en un incendio. No sabemos si él tuvo que ver (esto es Disney, no Juego de Tronos...). Pero ojo, al último que llamaron Bambi, ya saben: no lo era en absoluto.
También tenemos brujas, por supuesto. Hay una que mira aviesamente hasta a su propia comparsa, se hace la loca cuando hay problemas y la lista cuando no los hay. Y recita su sortilegio con mueca siniestra: “soy liberal”, dice, como si supiera o explicase qué es eso. En su boca, esa palabra da miedo. Pero aún no sabemos si es Cruela de Vil y nosotros sus dálmatas o, simplemente, lleva un cargamento de manzanas envenenadas. Hay, claro, un príncipe con la rosa en el puño, apuesto y galante, pero que apenas tiene papel como personaje, aparece poco y, tal vez, al final. De reojo, al fondo, en un país que quiere ser un mundo ideal, Aladín saca de vez en cuando su genio de la lámpara para pedir deseos. Por aquí y por allá vemos al gato de Cheshire, que desaparece a la mínima, aunque se supone que manda más que nadie; y al pato Donald, que hace de portavoz del que manda, escupiendo sin piedad un bufido tras otro... La reina de corazones, mientras, seguirá pidiendo cabezas, pero en voz baja, esta temporada al menos. Cómo sonríen todos... qué miedo da.
Es un juego sencillo. Piensen ahora quién hace de Dorothy, de espantapájaros sin cerebro, de hombre de lata sin corazón, de león cobarde, de bruja del Oeste y de mago de Oz. Cuentos hay para todos los gustos. Por unos días.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 9/5/2015)

lunes, 4 de mayo de 2015

Bulo





Muchas reliquias de la Edad Media hoy provocan chistes: la cabeza de san Juan Bautista niño, por ejemplo. Aunque algunas son delirantemente “reales”, como el estornudo del Espíritu santo que conserva una ampolla de vidrio en el Vaticano. La credibilidad que tuvieron, testimonia una fe que sin duda las necesitaba, pero que acabaron por dinamitar caricaturas como la de Chaucer en el cuento del bulero, o la acerada crítica de Erasmo. Aquella ansia de sagrado es la razón por la que existe madera de la cruz para tender un transiberiano o multitud de “griales”. El del Cebreiro, que además es emblema de Galicia, era el más cercano… hasta la fecha. Todos ellos nacen de leyendas y del ansia de protección encarnada en objetos, durante una época terrible y menesterosa. Eso explica también las habituales disputas, muchas veces con jugosas y poco edificantes anécdotas, entre santuarios, con robos, suplantaciones y falsificaciones a la orden del día. En ese contexto, los musulmanes, dueños a la sazón de Tierra Santa, se beneficiaron de su posición para emprender lucrativos trueques y comercios con estas supercherías cuyo halo exótico las hacía aún más creíbles.
Dicho esto, que se hayan encontrado documentos que acrediten que uno de estos cambalaches haya seducido a la corte medieval leonesa, no deja de tener interés histórico para la investigación de un fenómeno por lo demás, conocido. De ahí al artificio mediático que se ha montado en pleno siglo XXI, ya no hay justificación. Así que vamos a ver si nos entendemos: el Grial no existe. Es un objeto de ficción, un mito, una patraña medieval. Una patraña que, alentada por cierta prensa local, pretende ahora utilizar un partido político para estimular su campaña. Muy medieval todo. Y para quienes, aún a sabiendas del bulo, insisten en defender su promoción por si trae turismo y, con él, beneficio económico, sólo puedo decir que tal cosa tiene un nombre: un engaño destinado a obtener lucro se llama, pura y llanamente, estafa.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 2/5/2015)