Si algo nos dejó claro el marxismo es que hay una explicación económica para todo: cherchez l’argent, podría decirse llanamente. Y que muy a menudo las cosas siguen igual con distinto ropaje.
Durante el antiguo régimen, en los siglos anteriores al XIX, el habitante de un país era sobre todo un súbdito (un “subordinado”), que debía obediencia y ocupaba un puesto definido y definitivo en una escala social rígida. Pocas ocasiones existían para ascender en ella salvo “encontrar” un antepasado de sangre noble que probase la hidalguía. El máximo interés de tal condición consistía en no pagar impuestos y de ahí el empeño de todo hijo de vecino por conseguir un título o certificado de ascendencia que permitiera escaquearse de tal obligación, considerada un estigma, lo que movió un lucrativo negocio de burocracia de la sangre.
Tal empeño sigue funcionando en nuestros días, pero en lugar de contratar un leguleyo que rebusque en los archivos hasta encontrar un antepasado notable cuyos apellidos suenen parecidos, se contrata un bufete, una empresa de ingeniería financiera o se recurre a la familia rica, por algo se les llama “hijos de papá”. De tal modo, el viejo propósito democrático de la justicia fiscal ha derivado en que los más ricos pagan menos impuestos, proporcionalmente y, a menudo, en términos absolutos. Tales desigualdades han propiciado una “nobleza del dinero” que, como la vieja, tampoco tiene nada de noble en el noble sentido de la palabra. Esa vil aristocracia escatima el dinero de todos, que ellos tienen por solo suyo, para su propio beneficio, ya sea el lujo, ya la segregación de su grupo social respecto de las penurias y miserias de plebeyos y asalariados que gastan de lo público, esa limosna. Intentan convencernos de que pagando ellos menos impuestos nos irá mejor a todos. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/magnates-mangantes_170927_102.html?fbclid=IwY2xjawJ0JFtleHRuA2FlbQIxMABicmlkETBGa1RVRFRxbHp0Tlg3YVM1AR7OQZPiDbo5A5wUFUlQlhfMcXS-CU5CEGSsP-SCz8Q6KWFgIlM8NfCN0IraUw_aem_IHb2wiNdXaaXOMa7q96nGQ
(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 23/02/25)
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