domingo, 12 de mayo de 2024

Taurofilia

 


Durante siglos, en la Antigüedad, la Edad Media y parte de la Moderna, la tortura y la muerte de seres humanos fueron consideradas espectáculos públicos tan comunes como, incluso, edificantes. Los verdugos más versados en su oficio tenían una alta consideración (se supone que también entre los condenados) y muchos torturadores destacaban por una habilidad instrumental y técnica que aplicaban con deleite. Tal cosa es, para nosotros, no solo inconcebible, sino repugnante. Los tiempos cambian. No solo eso: están cambiando rápidamente y a veces su velocidad deja atrás a mucha gente.

Estos días andan alborotados los llamados taurinos o aficionados a “la fiesta” con la amenaza a sus libertades, dicen, a causa de una persecución, dicen, que quiere acabar con ese arte, dicen. Sin embargo, nadie ha prohibido nada ni ha puesto trabas a que desarrollen su actividad como hasta ahora, que se sepa. Una actividad, por cierto, subvencionadísima. Solo se ha suprimido un premio. Un premio cuya tradición se remonta al vetusto año 2011. Igual se está exagerando un poco con eso de la libertad, que ya vemos grilletes en cada señal de tráfico. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/taurofilia_156427_102.html?fbclid=IwZXh0bgNhZW0CMTAAAR2wCxQu5YOJHmMLDBwx8ybPjoWmXNp6p6YjZ80JqJjfYzcHc9lv83emCFI_aem_AdNsz8TzbffEmFIwCQg12EcT0lNd-KiALQtRIAheekS6lLvymZsL5ZAFsNcr3x1XnX0B0iEcTbafEmD70VFZuXaX

        (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 12/05/2024)

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