domingo, 26 de mayo de 2024

Fin de feria

 


Sería sencillo seguir creyendo las historias antiguas. Reconfortaría pensar que hay relatos cuya veracidad no cabe cuestionar porque emanan de un saber superior, textos que fueron revelados por quien no debe rendir cuentas sobre su significado, sobre su forma, sobre su interpretación. Debería dar un visible consuelo (y un íntimo terror) la oportunidad de creer ciegamente, con una confianza infinita, como creen los niños justo antes de dormir.

Y sin embargo. Sin embargo hace generaciones que dimos por mudas voces que nunca sonaron, incólumes aquellas zarzas, mudas las piedras que se pretendían animadas. Sobrellevamos el desvanecimiento de ese testimonio revelado y único sabiendo que los dioses no murieron sino que ni siquiera existieron, que solo eran fuego de la chispa que nos arde dentro, sus fábulas eran nuestras fábulas y aquellas ensoñaciones llevaban al límite la intransigencia de pretender una lectura eterna de las mismas palabras. A partir de ese momento, cuando las verdades en que creemos ya no están escritas y han de comprobarse a cada paso como quien lee y levanta la vista para mirar si el mundo sigue ahí, aquellas leyendas no han sido más que eso, un cuento como cualquier otro que algunos siguen leyendo a la hora de acostarse pero cuyas pesadillas no conocen responsables. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/fin-feria_157187_102.html?fbclid=IwZXh0bgNhZW0CMTAAAR2RqQ-Ri8_BTP3Gf-lWwIixtZCDPXKA0rIE1H7HPwIvgf5EnTvW9sR52Es_aem_AZ3pivgIt6v6mYRh38C3IVeKt79Sd0HnO6CiTcfqmFVoQ3dN_y9OZPGzFMsXyzs67On3BrIAh0TTEJbcWpRfGMuL

(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 26/05/24)

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