Existe una lógica más allá de la lógica común, esa de andar
por casa, a la que nos vamos acostumbrando poco a poco, a base de regates de
Messi, elecciones generales y rebajas en Zara. Donde las naves de combate arden
más allá de Orión, el pensamiento único y el único pensamiento se retuercen
como un gusano de arena para mostrar un reverso no tan tenebroso como jocoso y,
siempre, revelador. Aristóteles, por ejemplo, infirió de la causa y el efecto
la existencia de un motor inmóvil, que Tomás de Aquino identificó con Dios en
pleno medievo. Ahora ese motor parado se llama Rajoy: las cosas suceden en
torno a él, el mundo se pliega a su conveniencia. El fin del bipartidismo, por
ejemplo, consistía en el final de los dos partidos que han compuesto el PSOE
desde siempre, que no lo entendíamos bien. Ha tenido que recordarlo ese señor
mayor amante de los árboles minúsculos, las joyas artesanales y los consejos de
administración, que gobernó este país eones atrás. Y la nueva política es una
señora de edad cuya novedad consiste en que ahora dormita en la bancada mixta
del Senado: Rita la pocera. Sí, tenemos la lógica que nos merecemos. Pero la
usamos de pena.
Y no leemos bien las señales, aunque están ahí todo el rato:
no hay más que observar el vuelo de los pájaros. De ciertos pájaros sobre todo.
Por saltar de tema, ya que esta lógica es ilógica y serendipista, resulta
lógico, por ejemplo, que frente a la sede provincial de la Junta de Castilla y
León, esa nave nodriza con forma de amenaza estelar, se haya montado la carpa
de The Hole, el agujero, un
espectáculo burlesco y procaz ¿Dónde si no? ¿Qué otro emparejamiento sería
concebible? En ese mismo orden de pensamiento, destila una irrefutable y
poderosa coherencia que una de las primeras exposiciones programadas para el
magno y remagno Palacio de Congresos por nuestro eminentísimo y risueño
Ayuntamiento se dedique al Titanic: ¿qué tema más conforme podría procurarnos?
¿Qué otro viaje esperaríamos emprender?
(Publicado el 1/10/2016 en La Nueva Crónica de León)
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