Cuando la
ficción, y absurdos déjà vus comienzan
a convertirse en realidad, es hora de echar a correr hacia una cabina
telefónica (¿quedan cabinas telefónicas?) y llamar a Matrix. Pongo un caso. Antaño,
si encontrabas a alguien en posesión de una de esas revistas con chavalas en
paños menores (o sin ellos), se bromeaba: ¿la compras para leer los artículos
de fondo, eh? Bien, pues Playboy a
partir de ahora no publicará desnudos, se venderá con el reclamo de esos textos
(¿tenía texto?) que acompañan a las fotos desplegables. Hugh Hefner que estás
en los cielos (y en albornoz)…
Pongo otro. Desde
que se convirtió en famoso y avieso ministro de los caudales, Montoro ha sido
asociado al huraño dueño de la central nuclear de Springfield, el señor Burns.
Monty Burns no suele conceder entrevistas, pero a veces suelta los perros… No
digo más. Y la cosa no para ahí. Al arzobispo de Valencia, su-señor Cañizares (¿monseñor?
anda ya…), le debe gustar la arqueología y se comporta como un fósil. Del paleolítico
más inferior. O eso, o prepara un Auto navideño y él hace de Herodes. Tiene
curro, el pontífice argentino, y suben las acciones del mate… Sigo. Para
parecidos irrazonables el del President
Mas y su proverbial antecesor Lluís Companys. No hay color. Mas lo intenta,
pero no llega a ser el homo successor
que le gustaría por mucho que se rasgue el Armani con los cuatro dedos
sangrantes. En el “Museo de la evolución política” ilustra una reculada a la
altura de cualquier trilobites.
Ahora que
sabemos que el coche fantástico era un Volkswagen y que el Gran hermano Kim
Jong-un aún no ha sido expulsado de la casa, no es de extrañar que un día de
estos el (¿mon?)señor Cañizares aparezca en la portada de Playboy, incluso vestido.
O que Montgomery Burns se presente por Ciudadanos.
Lo dicho: voy a llamar a Matrix, que seguro que comunican y tengo que
quedarme aquí, perseguido por tíos de traje negro con su flash neuralizador para
provocarme una amnesia y que les vote. Uf.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 17/10/2015)
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