Quizás uno de
los últimos misterios que las ciencias sean capaces de esclarecer consista en
explicar por qué ciertos acontecimientos perduran en nuestra memoria y otros se
desvanecen para siempre. No me refiero, por supuesto, a aquellos instantes que
nuestra voluntad se empeña en preservar a toda costa, a veces sin mucho éxito
pese al auxilio externo de artilugios que apuntalan la ruina del recuerdo, como
las fotografías. No hablo de las vivencias que consideramos dotadas de una
especial significación, que creemos otorgan sentido a nuestra vida o la hacen
tolerable. No. Me refiero a esos lapsos fugaces, a esas imágenes, sensaciones e
impresiones que, con enigmática obstinación, se instalan en nuestra retentiva y
son capaces de aparecer sin una lógica que lo explique, en el momento menos
esperado, incluso años después, pues se dirían instalados fuera del tiempo y
para siempre entre lo que nuestro cerebro ha seleccionado para ser como somos,
sin pedirnos permiso. A veces son detalles triviales, instantáneas vacías,
canciones que ni siquiera nos gustan, ecos absurdos, olores ásperos o sabores amargos...
consisten en una maraña aleatoria, y ridícula si pensamos en ella, de
circunstancias y situaciones, que más allá de su posible ilación, se han
salvaguardado como meros fotogramas sueltos sin sentido para nosotros y menos
aún para quien pudiera observarlos...
Al menos, la
arquetípica magdalena de Proust iniciaba un torrente narrativo que sopesaba
toda una vida. Pero nada la explicaba a ella, porque ¿quién instaló y por qué
esa espoleta? ¿Cuál es su sentido? A no ser que, precisamente, su cometido sea
ese: servir de asidero al relato de nuestra vida, de una vida que ya no
recordamos más que por esos absurdos y frágiles instantes que nada dicen si no
los convertimos en fábula, en una explicación tan legítima como farsante. Quizás
sólo se trate de unas perlas desparramadas que de nada sirven si no somos
capaces de ensartarlas con el hilo de un collar.
(Publicado en La Nueva Crónica de León, el 18/4/2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario