domingo, 31 de enero de 2021

Jacobofobia

 


Dentro de unos años no quedará nadie sin haber hecho el Camino de Santiago. Se le apoda milenario y, como a las cosas de “la tradición”, inmutable, pero la peregrinación a Santiago ha cambiado en poco tiempo hasta hacerse irreconocible. Muchos lo afirman ya abiertamente: saturación y sobreexplotación están a punto de ahogarla de éxito. Hace apenas tres décadas -y hablo por experiencia- caminar a Compostela consistía un poco en esfuerzo físico y un mucho en eventualidad, peripecia, autenticidad. Sin albergues dignos de tal nombre (recuerdo dormir en un polideportivo, una palloza, una casa en ruinas, una escuela abandonada…), con merenderos al asalto y algún escamoteo frutal, frecuentes extravíos a falta de señales y sendas y gentes aún asombradas de las rarezas de los foráneos, peregrinar no dejaba de ser una actividad peregrina. Lo peor de ello fue corregido y hoy día una red de albergues dignos, mesones decentes, señalización copiosa y, eso sí, paisanos aburridos de ver pasar mochileros, pretenden convertir el afán caminero en una actividad digna y serena. Pero con todo, asomó el negocio y se fue más allá, siempre se va más allá en el provecho de lo célebre hasta convertirlo en algo burdo, al borde del ridículo. El camino está punto de degradarse hasta convertirse, si no lo es ya, en una vulgaridad. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/jacobofobia

      (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 24/01/2021)

 

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