domingo, 29 de noviembre de 2020

Muere Dios cada día

 


Dios ha muerto, afirmaba Nietzsche preguntándose a continuación si seríamos dignos de la grandeza de este hecho. Nunca sabremos si lo somos o no porque en realidad con los dioses se nos da mejor alumbrarlos y morirse se mueren ellos solos y con frecuencia lo hacen sin grandeza ninguna.

Lo que no sucumbe sin embargo es la religión. Las imágenes de la glorificación previa y post mortem de Maradona lo reafirman. Los antropólogos y curiosos en general interesados por el culto a los santos en la Edad Media pueden acudir a los reportajes de estos días, en ellos está todo: el origen humilde y la sencillez de trato, la eclosión doméstica, la propagación de su credo a los cuatro vientos, los acontecimientos míticos y milagrosos, la tentación y el pecado, la contrición y el perdón, los padecimientos y la muerte, la devoción extrema y el culto a las reliquias y los símbolos. Y mucho más. La vida de un santo se contempla acríticamente: nada importa su pasado errático, drogadicto, supuestamente maltratador, sus desvaríos políticos, su grotesco crepúsculo en banquillos y palcos... El fulgor de sus prodigios alcanzó a fieles y agnósticos, su sombra rechoncha cubrió toda falta. Lo dijo Guardiola: no importa qué hizo con su vida sino lo que hizo en las nuestras. La definición de la santidad. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/muere-dios-cada-dia

   (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 29/11/2020)

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