lunes, 2 de noviembre de 2020

La congoja de Aquiles

 


Morir es sencillo: un instante estás y al siguiente no. Siempre y cuando suceda sin agonía, sin dolor o se combata con éxito. Quien haya experimentado un desfallecimiento repentino, una anestesia, un síncope, quien haya perdido el conocimiento lo sabe, cuando se vuelve, entiendes que podrías no haberlo hecho y, ¡zas!, se hubiera acabado sin más. Estás viendo una película y se va la luz. Y no vuelve.

Por ese motivo, la muerte es algo que sucede a los demás. Solo ellos pueden experimentarla. Son los demás, los seres queridos y que quieren al fallecido quienes perecen un poco, quienes se vacían un poco, a quienes alguna vez en medio de la noche les ahoga la certidumbre de que ya no podrán hablar nunca más con su padre, llamar a su hermana o quedar con su amigo del alma. Solo esa muerte es temible porque hay que vivir con ella. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/la-congoja-de-aquiles

  (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 01/11/2020)

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