“Nueva normalidad” es una expresión contradictoria, un
oxímoron. La normalidad se define por ser algo sabido, usado, nada se normaliza
hasta que deja de ser nuevo. Por tanto, una nueva normalidad empieza por ser
una anormalidad. El primer síntoma de una anormalidad se detecta en el
vocabulario, en las rupturas entre significante y significado que sitúan lo que
decimos en las afueras del diccionario. Palabras y expresiones novedosas se
cuelan en la cotidianidad sin que sepamos aún qué significan, para darnos la
impresión de que quieren decir algo que deberíamos saber. Algo que siempre ha
estado ahí y que, si no sabemos, es por culpa nuestra, un descuido o una falta
de previsión, no el resultado de una realidad cambiante a traición a la que podamos
culpar. Nos lo tienen que explicar todo, como a los críos. En un futuro
neonormalizado, el diccionario tendrá que acoger nuestras desescaladas, entre los
descensos (y descendimientos), las bajadas y demás retornos a un punto de
partida situado a un nivel inferior. ¿Inferior? Por supuesto, ahí una de las
claves de la “nueva normalidad”, será inferior. La asociación de las palabras
de un nuevo vocabulario delimita el campo semántico de los nuevos hábitos,
forja el idioma neonormal que explicará lo que sucede. Lo estamos aprendiendo,
como niños pequeños. No nos apremien. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/historia-de-una-desescalera
(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 03/05/2020)
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