Nos roban todo. A todos. Constantemente. Sólo así se explica
que el uno por ciento de la población amase una fortuna que equivale a la del
resto (dato de Oxfam). ¿Cómo comenzó
esta injusticia a gran escala? ¿Dónde empezó este expolio global? ¿Dónde
encontrar el cabo del hilo de este laberinto que nos atrapa sin escapatoria?
Quizás en que empezaron por despojarnos de los bienes naturales que deberían
ser patrimonio de la humanidad. Esos sí, y no tanto edificio histórico que, por
cierto, también nos roban (la mezquita cordobesa, por ejemplo). Nosdesvalijande
cosas que nos pertenecen por derecho de nacimiento: como el petróleo,nacido de
la pudrición de sedimentos en eras remotas, que debería ser un don, una
herencia otorgada a la humanidad entera. Perosimplemente es un manantial de
riqueza para las grandes compañías que nos lo venden. Como los peces del mar,las
playas, las montañas, el sol, el agua que necesitamos beber.... Al proverbial
indio americano le robaron tierra, cielo y aguas con escritos que no era capaz
de leer. A él acabaron por exterminarlo, a nosotros nos mudaron en
“consumidores”.
Hace unos días leía esta noticia: un tercio de la población
mundial no puede ver la Vía Láctea. No tiene opción de disfrutar de una noche
estrellada desde el lugar en que vive porque las luces artificiales sofocan su
fulgor con uno más pedestre y grosero, a la altura de sus emisores. Otro robo.
Nos quitan las estrellas del firmamento, justo el paisaje que nos ayuda a
comprender nuestra dimensión, justo aquel que sirve para orientarnos en tantos
sentidos…Pero nadie pagará por ello.El cielo también es propiedad suya, lo
llenan de satélites, de cámaras y ondas, de basura. Y nos hurtan el mayor
espectáculo de la tierra. Si alguna vez fuimos la materia de nuestros sueños,
estos cada vez son más ramplones y nos los están robando, lenta pero
irremisiblemente. Al noventa y nueve por ciento de todos nosotros. Al menos
este verano procuren recuperar la noche.
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