lunes, 3 de febrero de 2025

Sacad La Gioconda del Louvre

 


Es difícil descubrir qué hace de una obra de arte el fetiche cultural que acaba por arrancarla de cualquier análisis crítico para convertirla en un icono de categoría devocional. Son escasas las obras que han adquirido tal condición y menos aún las que han sobrevivido. La Mona Lisa es tenida por el cuadro más conocido del planeta, aunque no sea la obra preferida de la mayoría ni la mejor de su autor. Es otra cosa. Tal vez sus incógnitas, quizás su biografía, incluido un robo novelesco, y su ubicuo papel en la cultura pop tengan mucho que ver. En cualquier caso, su celebridad ha implosionado en el museo más grande del mundo. Y está abriendo grietas.

Visitar uno de los lugares concebidos para la contemplación de las obras humanas más apreciadas, quizás el primero y más excelso de ellos, se ha convertido en un suplicio: largas colas a la intemperie, una pirámide de cristal antesala de un centro comercial subterráneo (¿presintió Pei esta propensión hacia el mall?), correcalles en las galerías y una sala abarrotada de una muchedumbre ansiosa por testimoniar el instante. Y tienen derecho a ello, por supuesto. A nadie importa el aporte museístico porque este ha saltado en pedazos ante este blockbuster. Pero cuando no es posible contemplar un cuadro expuesto (ni los que están alrededor) algo se está haciendo mal. Y está pasando en algunos de los mejores museos del mundo. Ocurre en la Sixtina, adonde puede llegarse o salir de ella deambulando por salas vacías u otras donde no se mira sino el cartel de la salida. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/sacad-gioconda-louvre_169702_102.html?fbclid=IwY2xjawINXrtleHRuA2FlbQIxMAABHR-9I-yARig4zsi-gwNIyZ5j62Bgudg-VY6rb7paicPsogKc2WSIh-__rA_aem_Btxg806FoqgprZmixlmAsA

(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 02/02/25)

 

Distancia ética

 


Por supuesto que creo en la superioridad moral de la izquierda democrática. Cómo no. Un sitio político que antepone el bienestar ciudadano a los negocios, la libertad individual y las diferencias a la imposición de estereotipos, la salvación del planeta a los intereses productivos, el respeto a toda creencia a los dogmas religiosos, la justicia social frente al clasismo, el reparto de la riqueza a la avaricia, la igualdad de oportunidades a los privilegios de la sangre o el dinero… es mi lugar. Quienes cuestionan esa superioridad lo hacen siempre con argumentos como la eficacia, la rentabilidad o el ventajismo, que, por supuesto, no son argumentos humanitarios. Ni siquiera constitucionales, si nos ponemos legalistas.

De la misma manera que existe un catálogo de fracasos e intentos de esa izquierda que han logrado lo contrario de lo que pretendían, hay multitud de pruebas de esa preminencia. Las hay éticas, políticas, ideológicas, sociales, económicas, estratégicas, etc. Y las hay cotidianas y muy visibles, en medidas sociales como las que acaban de impedir las derechas en el Congreso español o en muestras de comportamiento ante un asunto de Estado. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/distancia-etica_169323_102.html?fbclid=IwY2xjawINXbFleHRuA2FlbQIxMAABHdP2jxyn-NKQiv7WvT8PmeAYCLm-yilNBwmiNh_qB9dE6-Kgz6XDh8wCeA_aem_Txn0y8V7ylOytsQkcdISoA

                (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 26/01/25)