A la busca de refresco para la canícula convendrán en que los
monasterios españoles son lugares frescos: el frío es lo que mejor guardan. Lo lamentaba
Quevedo después de que, en paños caseros y sin explicación previa o posterior,
lo trajeran a San Marcos de León a purgar su lengua, tan retorcida como, en
ocasiones, venal. No se les ocurrió exilio interior más apartado de la Corte y
sus asuntos, aparte de serle familiar al escritor sesentón la Orden de Santiago
cuya casa leonesa languidecía entonces. Lo describe con prosa afligida y un
punto exagerada: “de rigurosísima prisión, enfermo de tres heridas, que con los
fríos y la vecindad de un río que tengo por cabecera, se me han cancerado, y
por falta de cirujano, no sin piedad, me han visto cauterizar con mis manos;
tan pobre que de limosnas me han abrigado y entretenido la vida. El horror de
mis trabajos ha espantado a todos”. Pobre. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/memorial-del-convento
(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección de verano titulada "Las siete maravillas del mundo leonés", el 26/07/2020)
No hay comentarios:
Publicar un comentario