Los aficionados a las ficciones basadas en hechos reales se
preguntan cuánto tardará esa novela o esa película que dé cuenta de esta calamidad,
que la convierta en algo relatado, asumible, algo que consiga someter la
alucinación. Eso ya se ha hecho. Veo estos días “Chernobyl” (sirva de recomendación para la sección de este
periódico), una esas series magníficas, una gran película de cinco horas
dividida en capítulos. Me advirtió un amigo: es excelente. Si no la han visto,
seguro que pueden recordar o informarse sobre aquel accidente nuclear que este
26 de abril cumple treinta y cuatro años y a punto estuvo de emponzoñar Europa
entera y mató, enfermó o arruinó la vida de multitud de inocentes expulsados de
su hogar o conducidos allí para salvarnos. Las similitudes abruman: un incidente
imprevisto pero avisado por las casandras de siempre, una amenaza letal que al
principio no era creíble porque no podía verse, una enfermedad que se llevó a
muchísimos de una manera cruel y súbita, que continuó después, que continúa todavía,
mandatarios desbordados buscando con desesperación el consejo científico y no
siempre dispuestos a seguirlo, víctimas inocentes y personas que se sacrificaron.
“Chernobyl” retrata al ser humano en
medio de un desastre. Quienes intentan silenciarlo y escurrir el bulto, los que
se acobardan y los héroes que nunca quisieron serlo y nos salvan a todos de
forma anónima y resignada. Qué sería de nosotros sin aquellos que hacen lo que
debe hacerse. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/regresa-el-pasado-como-suele
(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 26/04/2020)