domingo, 30 de junio de 2024

El turismo no es un gran invento 1. Hoy: el turoperador

 


Aunque aún sea junio, empiezan los domingos de julio, ese pleonasmo, con la tradicional serie veraniega. La estarían esperando. O no. Este año se dedica a retratar esa ruina bíblica contemporánea, fuente de toda insatisfacción y cabreo para propios y extraños: el turismo. Nos regalaron los oídos con sus bondades y redenciones, usamos y abusamos de su práctica convencidos de sus ventajas y algunos hicieron hueco en los bolsillos para los generosos caudales que habrían de desembocar allí, pero, estirada la goma y desencajonadas tantas ansias pandémicas, la gente está hasta el moño. Y con razón. El turismo es invento del maligno.

Se veía venir. Antaño, cuando se inventó el turismo moderno, era cosa de gente con dinero (sigue siéndolo), con títulos de nobleza y bienes raíces, con preferencia británicos. Viajaban perdonando la vida y sus miserias a tierras mediterráneas, en especial a aquellas guarnecidas de copiosas ruinas entre la maleza y los grillos. Comienzos proféticos. Vendrían luego más naciones, más contingentes y más actividades a completar el repertorio de viajes vacacionales, que se extendió a la clase trabajadora cuando esta conquistó espacios de ocio en que invertir, si había, parte de su salario. En el momento en que ese ocio se convirtió en pingüe negocio, hoy día fundamento de economías enteras, la cosa se agravó. Este país, sin ir lejos, recibe más del doble de su población en visitantes, que es como recibir en casa a la familia numerosa de tu cuñado todos los fines de semana y en verano. También nosotros salimos por ahí de pingo, eso sí. De tal “invasión” nadie se quejaba, pero todo cambia y a lo mejor nos hemos saturado con esto de los cuñados. Por no mencionar lo que manchamos. El planeta, digo. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/turismo-no-es-gran-invento-1-hoy-turoperador_159009_102.html?fbclid=IwZXh0bgNhZW0CMTAAAR0SMv9QeAta4QNBf8lOHldjtjwm7P97ZWaXNJTE2jbtiqkDxpDGO4RhhTM_aem_UdZ5VrXx4gaNST0-lygNjQ

 (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección veraniega titulada "El turismo no es un gran invento", el 23/06/24)

lunes, 24 de junio de 2024

Hospitalidad u hostilidad

 


A la vuelta de la guerra y después de un naufragio, el errabundo Ulises fue acogido por los feacios sin preguntarle quién era, por qué y de dónde venía hasta después de que fuera aseado, vestido, alimentado y agasajado. En compañía de tales desconocidos daría comienzo a su narración, la nuestra. Desde mucho antes del canto de Homero la hospitalidad se había convertido en una virtud cardinal de las civilizaciones hasta el punto de ser eje de la moral y la práctica religiosa. También el cristianismo, como todas las religiones sin excepción, hace de esta práctica un pilar del comportamiento. Ser hospitalario era, para las épocas antigua y medieval, una condición humana y social inexcusable y su quebranto traía consigo calamidades y castigos. Eran sociedades frágiles, conocían los apuros de salir al mundo, de afrontar la vida sin medios suficientes.

Con objeto de desahogar las aglomeraciones de los centros de acogida canarios, el gobierno ha determinado acoger a cerca de doscientos emigrantes de Mali y Senegal en un antiguo hotel y restaurante cerrado hace años en el municipio de Villaquilambre. No se trata de delincuentes, ni enfermos contagiosos; nada hace sospechar que se trate de personas que vengan a causar problemas, antes al contrario, en esa situación de fragilidad todo el mundo puede entender que buscan amparo. Cada uno de ellos es un náufrago con una odisea que contar. En los últimos años, otros grupos han sido alojados en la provincia sin problemas, en una tierra tan vacía y falta de nueva sangre. Sin embargo, esta vez se ha provocado una reacción muy poco comprensible. Más incomprensible si tenemos en cuenta que responsables políticos, no solo del partido neofascista, han azuzado una xenofobia vergonzosa, con argumentos lindando la indecencia en un pleno municipal. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/hospitalidad-hostilidad_158672_102.html?fbclid=IwZXh0bgNhZW0CMTAAAR2_EjnAI0E_-ZlAELiBWgob39pe3fEXz-6-6XvgjOlOV1FWKSIFGt-eV-c_aem_iR0GeVhSU23piLUTFRF1zA

(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 23/06/24)

domingo, 16 de junio de 2024

Martínez el Facha

 


¿A quién no le gustaría ser un protagonista de la serie Friends? Son simpáticos, guapos, neoyorquinos y siempre encuentran libre el único sofá de la cafetería. O de Big Bang Theory, frikis que ligan. Gratifican mucho las series. Nos hacen partícipes en entregas de vidas y entornos que querríamos nuestros y nos dejamos convencer por el lustre de su puesta en escena y caracteres. El embeleso es mayor cuanta más verosimilitud aparentan, cuanto más se apartan de la realidad sin abandonarla del todo. Un publicista apuesto a lo Mad Men o un delincuente melancólico a lo Peaky Blinder nos parecen irresistibles.

Luego apagas la tele, abres el periódico o las redes y te topas con Martínez el Facha. Historieta firmada por Kim y publicada por “El Jueves”, “Martínez el Facha” está protagonizada por un grupo de personajes que hoy llamaríamos ultraderechistas. Divertía porque se surtía de andanzas basadas en un tipo de gente en retirada, franquistas vetustos y fuera de lugar sin pudor en alardear de ello. Era como cachondearse de los romanos de Astérix. Poco podía sospecharse que se trataba de una serie de ciencia ficción, un cómic sobre el futuro. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/martinez-facha_158325_102.html?fbclid=IwZXh0bgNhZW0CMTAAAR2GXpADeRNrR_gPLJnO23W6772JVQXmbjm0j_TSLt_dLVzQP1gWufTlzQs_aem_ZmFrZWR1bW15MTZieXRlcw 

(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 16/06/24)