Contra lo que se le reprocha al presidente del gobierno
desde una oposición que hasta le reprocha apellidarse Sánchez, a mí me parece
bien votar en pleno verano. Todo son ventajas. Si está uno de vacaciones, puede
interrumpirlas con un acto a medio camino entre estas y la normalidad, y ya se
sabe que toda variación en la rutina es apetecible. Al fin y al cabo las
elecciones, aunque sean un deber cívico, suelen ser en domingo para compensar.
Acudiendo al colegio electoral con bermudas, chanclas y camisa floreada se
siente uno un probo ciudadano que deja de lado su bien ganado asueto para
cumplir con el país, desenfadada pero escrupulosamente. Con tan mínimo esfuerzo
deja uno marmóreamente repulida su conciencia.
Por otro lado, los sufridos componentes de las mesas pueden hidratarse
y descansar en las horas centrales del día porque será extraño que alguien se
acerque en ese momento a ejercer derecho alguno. No son horas más para el
derecho a la pereza, que decía el yerno de Marx, Lafargue, o a la siesta, así
que tal opción puede incluso que llegue a ser ejercida (discretamente) en la
propia mesa, lo cual insiste en las bondades de la fecha elegida. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/votar-en-verano
(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 23/07/2023).
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