Hace unos años, durante una clase que compartí con adolescentes y jóvenes, se planteó escoger la época preferida de cada cual. Para mi sorpresa, ganaron los años ochenta del pasado siglo. Y ni siquiera cabía justificarlo con el argumento de que todos preferimos épocas en las que nos encarnamos en personajes privilegiados: ¡les daba igual! Me dieron ganas de decirles que los viví y no habían sido el nirvana molón que suponían, pero me mordí la lengua; tampoco hay que dárselas de veterano si se puede evitar.
El tiempo se apretuja tanto y los revivalismos están tan a mano de la industria de la moda que a veces uno tiene la impresión de haberse convertido en afónico testigo de épocas antediluvianas. Una reliquia a la que no se le permite chafar la repulida imagen de un pasado prêt-à-porter; el eslabón perdido de cualesquiera años ochenta, de acontecimientos que ahora parecen imposibles, o peor aún, inverosímiles y fantasiosos. ¿Cómo creer que sucedió aquello tal y como se recuerda? Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/irreparabile-tempus
(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 16/10/2022)
No hay comentarios:
Publicar un comentario