Conviene ajustarse a un estereotipo, responder a un modelo que se nos atribuye de entrada, sin preguntar, ya sea por origen, condición o apariencia. Si no lucimos ese código de barras siempre habrá alguien que nos acuse de extravagancia, desapego y hasta de apostasía. Imposible no ser de (rellene este espacio a elección). Faltaría más. Qué absurdo.
Así el caribeño saleroso y bailón, el bonaerense logorreico
y psicoanalítico, el taciturno y melancólico lusitano, el chispeante andaluz o
los catalanes industriosos. Apenas podría usted encontrar (o sea, imaginar) un
gallego axiomático, un vasco indolente o ¿un riojano abstemio? Si lo hubiera,
se cerniría sobre él o ella la sospecha de antiguos y oscuros antepasados que
pudieran no estar a la altura de obligación tan aborigen. El mito de los
caracteres nacionales se ha aliado y sobrepuesto a la exaltación de identidades
locales -¡y autonómicas!- de manera que hoy día se complica hacerse un hueco
fuera de ellas. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/estereotipo-pocoyo
(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 17/04/2022)
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