Abunda una especie de mística de la derrota que la convierte en materia elegíaca a la menor ocasión. Un deleite algo perverso se recrea con avidez en los loores del fracaso como si fuesen deseables, cual tuvieran alguna condición codiciada que se nos ha ocultado hasta que, al fin, dichosos, la alcanzamos solo cuando el desastre se ha consumado. No antes. Debe de ser para que, no estando avisados, no nos lancemos todos a fracasar.
Un gusto aún más retorcido se ceba con la caída de los
políticos. Con los que estuvieron en el poder, pero más aún con los que sin
llegar a tocarlo, lo acariciaron con la punta de los dedos y se han quedado con
las ganas, en el camino. Esas historias son las mejores, las de lo que pudo ser
y no fue. Por muy poco. De ahí surgen los “anatomistas de momentos”, las “famosas
últimas palabras” y demás literaturas emergentes de un género propio, entre la
apología necrológica y una épica hipocondriaca que estos días estudian “minutos
de gloria” que solo saben a gloria al que no lo vive. “Minuto de gloria” es una
expresión tan inquietante y contradictoria como la de “minutos de la basura”:
alguien te la va a colar. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/a-proposito-de-la-derrota
(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 27/02/2022)
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