Las cuentas con el pasado deben saldarse o se convierten en
caja B. Para la desgracia del país, la derecha española no ha liquidado esas deudas,
ni las antiguas ni las recientes. Una buena parte de su partido y electorado
aún sigue hilvanado a la dictadura franquista y sostiene desde 1975 que la
reparación debida a las víctimas o no se necesita ya o no corre prisa y puede
dejarse para mejor ocasión. Solo ese raigón ideológico puede explicar que allí
donde han gobernado (León incluido) no se procediera inmediatamente a retirar
las placas y recuerdos públicos que exaltaban y exaltan aún a golpistas y
lacayos de la dictadura o que, en episodio vergonzosísimo del proceder
democrático reciente, se haya despedazado ¡esta misma semana! la placa en recuerdo
de Largo Caballero en su casa natal de Chamberí. En cualquier otro país este
asunto no merecería polémica: mantener y, de alguna manera, proteger conmemoraciones
indignas o destruir el recuerdo de quienes lucharon contra el fascismo responde
a un mecanismo ideológico semejante a negar el Holocausto o desdeñar a las víctimas
del terrorismo. Pero parece ser que la derecha de este país se siente aún comprometida
con esa parte indecente de la historia y se diría surgida de ella. Si no fuera
así, impulsaría la rectificación y la reparación debida a víctimas y símbolos sin
ningún reparo o recelo pues se identificaría con la misma estirpe política de
quienes defendieron la democracia en su momento o quienes entienden ahora que nada
deben a aquella época y a quienes la convirtieron en infame. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/cuentas-pendientes-5
(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 18/10/2020)
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