domingo, 23 de noviembre de 2025

Posteridad 4: héroes

 


No es posible contar la historia de un pueblo entero y, si se intenta, el relato deja insatisfechos a unos y enfadados a otros, por no aparecer o hacerlo de forma distinta a como se perciben. La solución es tan antigua como la propia narrativa: se escoge un héroe. Un héroe no tiene por qué ser “heroico” en el sentido primero de la palabra, puede ser simplemente un personaje que sobresale por algún motivo, no siempre virtuoso, no siempre ejemplar; un héroe es un protagonista, el actor primero, el representante. Lo sabía Homero (quien quiera que fuera o fueran Homero) cuando escogió a Odiseo-Ulises, un tipo artero y superviviente que, sin embargo, cae simpático desde el principio. Porque es humano, no como Aquiles.

Viene esto a cuento (o no), porque estos días se habla mucho del franquismo a propósito del medio siglo de la muerte del tirano, su rememoración y el origen y causas de la guerra civil que lo llevó al poder y sobre cómo explicarle esto a nuevas generaciones entre las que se cuece simpatía por el fascismo una vez más. No debería ser complicado mostrar los valores que sustentan una democracia más allá de las miserias de sus políticos, no debería ser difícil entender que mucho de lo que hacemos se vería limitado o prohibido por un sistema diferente, que muchos de nuestros vecinos o nosotros mismos lo pasaríamos muy mal y el país sería peor, mucho peor. Nada comparable a los casos de corrupción, las contiendas políticas o las negligencias. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/posteridad-4-heroes_186487_102.html?fbclid=IwY2xjawOQ6dtleHRuA2FlbQIxMABicmlkETBjTzJEOGpqVnIyWVlnUFZpc3J0YwZhcHBfaWQQMjIyMDM5MTc4ODIwMDg5MgABHobOx4qn5dahWeuBRVttqLqdBO-m7GNm_dIvbDR3Ks9tolXnwGMWyDLqFAiS_aem_tlIdABi_PqCOHSEFXEoTYQ

             (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el  23/11/25)

lunes, 17 de noviembre de 2025

Postrimerías (3): propaganda

 


Trataba el domingo anterior de posteridades y famas póstumamente edificadas, como de hecho son casi todas, pues rara vez se restauran infamias, aunque suceda. Sucede más a menudo aún la intención forzada de “posterizarse” o esculpirse a sí mismo un porvenir marmóreo o broncíneo que pagan los coetáneos y desmantelarán los venideros. Me refiero, claro, a las postrimerías de dictadores y demás autócratas, cuyo nombre podría ser el de infamia póstuma.

En tan concienzudas como horteras propagandas suele concurrir profusión de imágenes chuscas labradas sobre el material más sólido que se encuentre, en talla XXL y ocupando emplazamientos céntricos y despejados para que sus desaguisados no dejen de apreciarse desde cualquier parte. Pese a ello, si se tiene la fortuna de sobrevivir a épocas tanto más grises cuanto resplandecientes son sus monumentalidades, podrá asistirse a uno de los deportes históricos más edificantes que existen, junto al ostracismo de monarcas o la defenestración de criptobrós. El derribo de estatuas despierta siempre una alegre melancolía, como la de quitarse un peso de encima habiendo usado para ello una enorme cantidad de esfuerzo que, a la postre, se muestra innecesario para tarea tan fútil. La estatua de Sadam Husein colgando de sus pies cual muñeco tentetieso o las de Stalin apiladas en chinescos bazares arqueológicos ilustran esa sensación pedagógica de mohosa vanidad. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/postrimerias-3-propaganda_186080_102.html?fbclid=IwY2xjawOHv2dleHRuA2FlbQIxMABicmlkETBQb1dzVkwxNHo5RmhlU0huc3J0YwZhcHBfaWQQMjIyMDM5MTc4ODIwMDg5MghjYWxsc2l0ZQEyAAEeYAJ8IAc9lleXN3rsmfcM6Qx3y1UxK8OjDqtg2PozLXfVoifXqwRv81mIpXg_aem_w4x8tf6hshtE8pxTVwuJFQ

             (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 16/11/25)

domingo, 9 de noviembre de 2025

Postrimerías (2): memorias

 


Entre el reconocimiento póstumo y la propaganda (que veremos la semana próxima) existe un caso peculiar que estos días ocupa portadas: las memorias o autobiografías. Son un género de postrimería, pues esa intención tienen, un autoelogio fúnebre ante quem. Las más de las veces, bajo el lema “excusa no pedida…”, o “dum excusare credes, accusas” (el latín es barato), se dedican a la indulgencia de uno mismo y el ajuste de cuentas con los demás. Para ser irrefutables, las memorias deberían declararse noveladas; todas lo son, pero las hay con pretensiones de exactitud. Testigos y pruebas restan credibilidad al ejercicio si no es de una ecuanimidad sobrehumana.

Aunque la memorialística y aún la propia memoria conservan buena (y cansina) prensa, de por sí los seres humanos nos construimos a base de olvidar. Y de desfigurar, edificar un pasado a la altura de nuestras expectativas, una historia que merezca la pena contar y nos deje en buen lugar al mismo tiempo. ¿A quién le gustaría pormenorizar lo miserable, cobarde o vulgar que se ha sido y, por tanto, aún se es? Pero de ahí al libro de memorias hay un paso: la imprenta, con su ínfula de subsistencia desmentida al poco en pulpa de papel reciclado para cartón de embalaje y servilletas. Y antes, la escritura, que, en casos de notoria incapacidad, se encarga a un “negro” -en inglés “fantasma”- cuyo cometido es contar menos malamente lo que malamente contaría el memorioso. Esta literatura anarrósica no desacredita al autor ni al atribuido, lo cual no sorprende menos que su contenido. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/postrimerias-2-memorias_185669_102.html?fbclid=IwY2xjawN-b1RleHRuA2FlbQIxMABicmlkETBCSlVhSEhuUWNWNzcwUFhTc3J0YwZhcHBfaWQQMjIyMDM5MTc4ODIwMDg5MgABHnipjQwz4wEhu239Im4yd3LscY-CjtfuOrE7t13N3uiISTc5OVbc5-UgnM7U_aem_vjFQ-y-9AlAGSbSsmlyZiw

            (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 09/11/25)

domingo, 2 de noviembre de 2025

Postrimerías (1): posteridad

 


Morirse ofrece notables garantías de reconocimiento. En un futuro más o menos temprano alguien se fijará en lo buena persona que eras, aunque ahora no le interese lo buena (o mala) persona que eres. Puede que haya reparado en ello, pero le importa una higa. Cuando no puedes replicar o cagarla la gente te aprecia un montón. Y más: una posteridad como es debido adquiere forma broncínea, letras de mármol o aniversarios de pompa y perorata. Pero así en el cielo como en la tierra al difunto le importará la citada higa; el negocio está en otra parte.

Cervantes, caso ejemplar, entrevió o, al menos, jugó con la intuición de su enorme fama póstuma, cuando don Quijote se ufana de los miles de ejemplares que circulan de sus aventuras y las lenguas a que será vertido. Sin embargo, el éxito no sacó al escritor de la miseria que sorprendía a aquella comitiva del embajador francés durante la visita a su casa, situación justificada miserablemente con argumento tópico: “si necesidad le ha de obligar a escribir, plega a Dios que nunca tenga abundancia, para que con sus obras, siendo él pobre, haga rico a todo el mundo” (citado en la Aprobación de Márquez Torres, Segunda parte). Hoy día, como en muchos otros lugares, frente a la universidad vallisoletana se alza una gallarda efigie bien emperifollada que nombra al Manco “vecino de honor” cuando lo fuera de su cárcel y de un arrabal indigente y deshonroso. De ahí a las ventas y recuerdos manchegos y universales solo hay siglos de mercadería hortera y cansinos ditirambos. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/postrimerias-1-posteridad_185215_102.html?fbclid=IwY2xjawN1PPtleHRuA2FlbQIxMABicmlkETBYcHRrVjl4bEU1VjlIWHJHAR7IJvX02eqRCjZj9xcSU6LOvQSZgqS0xbbT1VV1rVIRAkdERYVskCDxzcY1Lg_aem_1Q42oVihsYba-kbYA5Kz-w

            (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 02/11/25)

lunes, 27 de octubre de 2025

Robos y cuellos blancos

 


Robar es sencillo y no existe medio de seguridad capaz de no ser burlado, de los fortines a los centros de computación. Los museos no son una excepción y, en efecto, como dijo alguien hace poco, son más accesibles que las joyerías, por razones obvias. Su principal medida de seguridad reside en la dificultad de vender sus obras cuando se encuentran debidamente documentadas: se sabe a quién pertenecen porque son únicas, cosa que no sucede con una pieza seriada. Robar es fácil, pero, como ilustran el cine y concluye la lógica, lo difícil es encontrar comprador, “colocar la mercancía”. Precisamente porque no se trata de mercancía; los objetos culturales dejaron de serlo (aunque no del todo) una vez entraron en el museo. Un comprador inocente resulta casi imposible y no menos difícil un trato fiable con otro delincuente como el propio caco. Cuando se roba en un museo ha de contarse previamente con ese cliente, el llamado robo por encargo, pues de lo contrario robar es inútil o depreciará el objeto, como tal vez suceda con las joyas sustraídas en el Louvre, desmanteladas a la postre. Por otro lado, la inmensa mayoría del oro guardado en los museos no tiene valor metálico ninguno.

Como casi todos los lugares que exponen bienes valiosos, esos museos suelen ser menos seguros a puertas abiertas, cuando “se exponen” en la otra acepción del diccionario. Se ha hecho famoso estos días el vídeo de un visitante descolgando y llevándose un cuadro por las buenas en un museo ruso; pero aún recuerdo el relato de un conserje del Marmottan de París sobre el robo de varios lienzos impresionistas en 1985, entre ellos “Impression, soleil levant” de Monet que dio nombre al movimiento. Varios tipos apuntaron con un arma a un vigilante de sala, le pidieron descolgar “ese, ese y ese”; salieron a la calle y voilà. Solo años más tarde aparecerían los cuadros en manos de un matón corso tras pasar por la yakuza. Todo muy cinematográfico. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/robos-cuellos-blancos_184789_102.html?fbclid=IwY2xjawNr_D9leHRuA2FlbQIxMABicmlkETBXWDFRYlpZSGtIUlNteTg0AR5yjwYVNGuT9uTAx65Mzuz5HhGL0JgeJVIEJu-EL4VZWgPOzpYaGWbECaISRQ_aem_JCNIA462sS714c7WzAzNRw

                  (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 26/10/25)

lunes, 20 de octubre de 2025

Un Estado es un tesoro

 


Quien tiene un Estado tiene un tesoro. Quienes reniegan del Estado desde las tropas neocon y ultras quieren que desaparezca solo la parte distributiva y social del Estado, no su parte coercitiva. Esa mola. Esa parte es como que te regalen de niño dos pistolas de vaquero. Pero que disparan. Todo cambia con un Estado: se pueden hacer cosas que, sin él, quedan muy feas.

Si se tiene un Estado, por ejemplo, en lugar de secuestrar rehenes se dispone de prisioneros y cuando otros liberan rehenes puede uno excarcelar presos como quien deja caer un generoso indulto sobre gente culpable. Aunque esos presos sean niños o inocentes que ni siquiera fueron juzgados.

Si se tiene un Estado todo cambia, en particular si se enfrenta uno a quien no lo tiene: es como ir con tus pistolas contra el indio y sus flechas. Frente a un no-Estado el Estado no invade, ocupa. Puede traspasar fronteras, pues en caso de tener Estado y el otro solo sucedáneos (una “Autoridad”, un ente…) no se trata de fronteras, sino de líneas. Y las líneas se pueden redibujar o mover a capricho y con el paso de los años ir ampliando el Estado propio sobre el terreno ajeno, de quien -oh, contrariedad- no tiene Estado. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/estado-es-tesoro_184331_102.html

                 (Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 19/10/25)