No es posible
contar la historia de un pueblo entero y, si se intenta, el relato deja
insatisfechos a unos y enfadados a otros, por no aparecer o hacerlo de forma
distinta a como se perciben. La solución es tan antigua como la propia narrativa:
se escoge un héroe. Un héroe no tiene por qué ser “heroico” en el sentido
primero de la palabra, puede ser simplemente un personaje que sobresale por
algún motivo, no siempre virtuoso, no siempre ejemplar; un héroe es un
protagonista, el actor primero, el representante. Lo sabía Homero (quien quiera
que fuera o fueran Homero) cuando escogió a Odiseo-Ulises, un tipo artero y superviviente
que, sin embargo, cae simpático desde el principio. Porque es humano, no como
Aquiles.
Viene esto a
cuento (o no), porque estos días se habla mucho del franquismo a propósito del
medio siglo de la muerte del tirano, su rememoración y el origen y causas de la
guerra civil que lo llevó al poder y sobre cómo explicarle esto a nuevas
generaciones entre las que se cuece simpatía por el fascismo una vez más. No
debería ser complicado mostrar los valores que sustentan una democracia más
allá de las miserias de sus políticos, no debería ser difícil entender que mucho
de lo que hacemos se vería limitado o prohibido por un sistema diferente, que
muchos de nuestros vecinos o nosotros mismos lo pasaríamos muy mal y el país
sería peor, mucho peor. Nada comparable a los casos de corrupción, las contiendas
políticas o las negligencias. Seguir leyendo: https://www.lanuevacronica.com/opinion/posteridad-4-heroes_186487_102.html?fbclid=IwY2xjawOQ6dtleHRuA2FlbQIxMABicmlkETBjTzJEOGpqVnIyWVlnUFZpc3J0YwZhcHBfaWQQMjIyMDM5MTc4ODIwMDg5MgABHobOx4qn5dahWeuBRVttqLqdBO-m7GNm_dIvbDR3Ks9tolXnwGMWyDLqFAiS_aem_tlIdABi_PqCOHSEFXEoTYQ
(Publicado en La Nueva Crónica de León, en una sección titulada "Las razones del polizón", el 23/11/25)





